La culpa es de los traidores que dan trabajo en Europa a los musulmanes, y de los incautos e incautas que entran a comprar o a comer en sus negocios. Les hemos tendido la mano, una mano generosa, que no teníamos ninguna obligación de tender, y la han mordido, pues...una patada en la boca y desfilando. Que los hay buenos, bien, bien, vale, pero no hay forma de distinguirlos, y entre el bienestar económico de unos pocos extranjeros y la seguridad y el derecho a la vida de muchos europeos, la elección es bien sencilla. Debe prevalecer el bien moral mayor, el derecho a la seguridad y a la propia vida del nacional.