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CONFERENCIA EN MADRID DEL POLITÓLOGO IRANÍ

Reza Djalili: "Irán quiere salir del guetto chiita y tutelar a cualquier actor" yihadista o anti-americano

Las “paradojas de Irán” han sido objeto este jueves de una síntesis académica por Mohammad-Reza Djalili, profesor del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Djalili ha recurrido a la teoría política norteamericana de los años 70 para definir la mulocracia iraní como “un soft-power –poder blando– que se transforma en hard-power –poder duro– a través de su influencia exterior”. Para Djalili, la estrategia de poder de Teherán consiste en “salir del guetto del chiísmo” y desplegar su tutela sobre cualquier actor internacional yihadista o antiamericano. El autor de La nueva Asia Central ha intervenido en un ciclo pro-árabe dirigido por Gema Martín Muñoz en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Las “paradojas de Irán” han sido objeto este jueves de una síntesis académica por Mohammad-Reza Djalili, profesor del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Djalili ha recurrido a la teoría política norteamericana de los años 70 para definir la mulocracia iraní como “un soft-power –poder blando– que se transforma en hard-power –poder duro– a través de su influencia exterior”. Para Djalili, la estrategia de poder de Teherán consiste en “salir del guetto del chiísmo” y desplegar su tutela sobre cualquier actor internacional yihadista o antiamericano. El autor de La nueva Asia Central ha intervenido en un ciclo pro-árabe dirigido por Gema Martín Muñoz en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
(Libertad Digital – Víctor Gago) “La única cultura que ha florecido espontáneamente en Irán es la cultura de la paradoja”, sostiene el viajero y cronista Bernard Olivier en su libro sobre el extenso país centro-asiático.
 
Y al “signo de la paradoja” se ha aferrado el profesor Mohammad-Reza Djalili en su conferencia Irán en la encrucijada: dinámicas internas y política extranjera, pronunciada este jueves en el Círculo de Bellas Artes, dentro del ciclo Qué presente y qué futuro para Oriente Medio, organizado por la Casa Árabe que dirige la analista pro-árabe, profesora de la UAM y colaboradora de El País y la SER, Gema Martín Muñoz.
 
Para Djalili, Irán es un cúmulo de paradojas: único Estado chiíta y única teocracia islámica del mundo, pero, al mismo tiempo, “el país musulmán donde el pasado preislámico está más presente”. Su calendario, de hecho, se rige por el patrón zoroástrico y no por el mahometano. Los iraníes celebran el año nuevo el 21 de marzo. “No hay nada de islamista en esta fiesta, que logra paralizar Irán durante dos semanas”, señala este politólogo iraní nacido en 1940, profesor del Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra.
 
Es “el único país que ha tenido dos revoluciones en el siglo XX”, observa Djalili, al ejemplificar otra de las singularidades de Irán.
 
Djalili describe la visión del régimen de los Mulás surgido de la revolución islámica. Irán se ve a sí mismo como un país “cercado por fuerzas hostiles”. Menciona “la ocupación” de EEUU en Irak y de la OTAN en Afganistán; la presencia de Estados Unidos en la Península Arábiga, en Asia Central y en el Cáucaso, y de la OTAN, de nuevo, en Turquía. El régimen “se presenta como víctima de sanciones injustas y está sometido a todo tipo de presiones”, se hace cargo Djalili.
 
Desde el exterior, Irán es percibido, en cambio, “no como un país amenazado, sino como un país amenazante que busca poder y sueña con ser hegemónico en la región”.
 
Su “política de desarrollo nuclear”, su apoyo a todos los movimientos islamistas, o su creciente influencia en Afganistán definen el marco de la amenaza iraní para Occidente.
 
“Ambas visiones son ciertas, tienen su parte de verdad”, opina un equidistante Djalili que olvida comentar iniciativas de hostigamiento como el reciente secuestro de soldados británicos o el apoyo armamentístico y financiero a Hezbolá durante la guerra de 2006 con Israel.
 
Djalili enumera las que considera “cinco fortalezas” de un Irán que, como reino de la paradoja, también pueden ser, a su juicio sus mayores amenazas.
 
Así, Irán es “un país viejo, el más antiguo de la región”, rodeado de Estados jóvenes como Kuwait (1960), Turquía (Conferencia de Laussane de 1923) o Arabia Saudí (años 30), lo que, a su juicio, es una ventaja, pero también un inconveniente.
 
En segundo lugar, Djalili menciona la “calidad de la población” como una de las “grandes bazas” del poder iraní. Se trata de un universo humano joven y muy cualificado. La tasa de alfabetización es del 83 por ciento, la mayor de toda la región. El 70 por ciento de las mujeres está alfabetizada, lo que resulta especialmente significativo –indicó Djalili– si se compara con la tasa de mujeres alfabetizadas en un país como Marruecos, de no más del 15 por ciento.
 
Pero, al mismo tiempo –de nuevo, la paradoja–, Irán padece una “fuga de cerebros” sin parangón en la zona. Según el Banco Mundial 1,3 millones de iraníes han abandonado el país entre 2000 y 2006, prácticamente la misma cantidad de indios que han abandonado su país durante el mismo periodo, con la diferencia  que en la India hay casi 1.000 millones de habitantes y en Irán, 70.
 
Como bazas restantes, en el catálogo del profesor Djalili figuran la ventajosa posición geográfica de Irán como “país bisagra” de la región; lo que que, al mismo tiempo, es su propia cruz, pues tiene que guardar fronteras con 15 Estados, a cuál más inestable.
 
Además, está la “baza” de los enormes recursos petrolíferos y gasísticos. Irán es la segunda reserva mundial de petróleo y de gas. “Es el país donde se descubrió petróleo en la región de Oriente Medio, un 28 de mayo de 1908, en el poblado de la Mezquita de Solim, por un explorador británico”, recuerda Djalili. “A partir de ahí, cambió la historia de la región, para bien y para mal”.
 
Tutela internacional del anti-occidentalismo
 
Finalmente, el profesor Mohammad-Reza Djalili destaca –siguiendo la teoría política norteamericana de los años 70– que Irán es “un soft-power que se transforma en hard-power” por medio de su influencia exterior en el yihadismo y el anti-americanismo beligerante de determinados regímenes [caso de Venezuela y Bielorrusia, según citó], pulsiones con las que tiende a formar redes y a tutelarlas.
 
Al describir la paradoja que esto supone para la calidad de vida y la seguridad de los iraníes, el profesor Djalili evocó una anécdota durante los recientes terremotos que asolaron una parte del país. La BBC interrogó a uno de los damnificados sobre las ayudas que recibiría del Gobierno para reconstruir su casa.
 
La víctima del terremoto, un “anciano sabio y sensato”, según lo describió Djalili, respondió al reportero: “Nuestro problema es que Baam se encuentra en Irán y no en el sur del Líbano”, donde Teherán financió inmediatamente la reconstrucción de casas destruidas por los bombardeos israelíes durante el verano de 2006, con el fin de apuntalar el poder de Hezbolá en la zona.

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