Este tío es un caradura. Quiere el poder como sea, y una vez tomado, que le echen un galgo. Hará lo que le de la gana.
Las cosas que se hacen a medias, pasan factura, y si no, que se lo digan a Bush padre, cuando no acabó con Sadam.
A Zelaya, al menos un encarcelamiento bien riguroso por traidor al país le hubiese bajado los humos, consiguiendo por seguro un acuerdo en el que se comprometiese a irse lo más lejos posible con tal de no volver a acercarse al país.
MIcheletti no tiene un pelo de tonto. Sabe que no le puede dejar volver al poder y esperar que se comporte como un cordero, porque es un lobo. Tampoco se aferra al poder y eso me gusta.
Está dispuesto a ceder el poder, el real, porque el del otro ya no lo es, sino que pertenece al pasado, con tal de que el otro no lo coja y dejar decidir al pueblo.
Bravo por MIcheletti. Aún quedan políticos con altura.