La cuestión no es sólo que el PNV no haya encontrado ni un sólo motivo para pedirle explicaciones al Ejecutivo por cualquiera de las polémicas que han colapsado el panorama político estival: el conflicto fronterizo en Melilla, las ausencias gubernamentales, las rectificaciones del Gobierno por la subida de impuestos o el recorte en obra pública. Que los peneuvistas no hayan pedido ni una sola comparecencia en la convocatoria del órgano parlamentario en periodo de vacaciones, la Diputación Permanente, no es, sin embargo, lo más relevante del asunto.
Sí lo es el hecho de que este tradicional aliado del Ejecutivo haya querido acercarse hoy al Gobierno de la manera más efectiva posible: con hechos. Hoy el PNV ha rechazado todas las peticiones de comparecencias solicitadas por el resto de partidos de la oposición. Y, con ello, ha conseguido vetarlas todas, salvo una: la de José Blanco que, ante el fracaso evidente en la Cámara, ha preferido pedir la comparecencia a petición propia.
Sin duda, un gesto político de suma importancia, sobre todo cuando la llegada de los Presupuestos Generales del Estado está a la vuelta de la esquina.
Y es que ahora comienza lo que en política podría llamarse la cuesta de septiembre. Ese largo y duro camino que se inicia a la vuelta de vacaciones y en el que comienzan a tejerse las alianzas parlamentarias de cara a la aprobación de las cuentas públicas en el mes de diciembre. La llamada "geometría variable" suele entonces estar en boca de todos. Nadie se abstiene a la hora de hacer quinielas, aunque este año el punto de partida carece de emoción.
Tan evidente es este acercamiento en las posturas PNV-Gobierno que sólo hay que atender a los argumentos que daban hoy los nacionalistas vascos. Por ejemplo, para rechazar la comparecencia de Blanco. "Si esto fuera una clase...", se imaginaba José Ramón Beloki, del PNV, "... y yo fuera maestro y José Blanco mi alumno, nunca le pediría que hablara más, de tal manera que mi grupo nunca apoyará esto...". Parecida ha sido la excusa que daba su compañero Pedro Azpiazu, el portavoz en materia presupuestaria, para no apoyar la comparecencia de Elena Salgado a cuenta de las rectificaciones entre la titular de Economía y José Blanco. "No es un tema menor, pero yo creo que en este verano lo que se ha juntado son unos periodistas que tenían pocas páginas en sus periódicos, junto con unos políticos un tanto incontinentes". Y concluía: "Creo sinceramente que este tema no da más de sí".
Hay que decir que este tono amable por parte del PNV se ha producido en el mismo día en el que al Gobierno le han llovido las críticas desde todo el resto del arco parlamentario. "El Gobierno está con faldas y a lo loco", decía en su intervención el diputado de CIU, Pere Macías. "Es un gallinero, una jaula de grillos", vociferaba también desde el escaño su compañero de partido Josep Sánchez Llibre, que añadía: "José Blanco se ha convertido en el pirómano mayor del reino y Elena Salgado en la bombera mayor que va apagando sus fuegos". Y el juego de los símiles llegaba al extremo con Joan Ridao, de ERC: "José Blanco se ha convertido ya en la canción del verano, que hace las veces del añorado Georgie Dann".
La que ponía la puntilla era Rosa Díez, portavoz de UPyD: "la esperanza o la confianza está perfectamente descrita en este grupo de calificativos". La líder de UPyD se sumía en un "proceso de melancolía", porque "uno podría pensar que no sirve para nada lo que uno está haciendo... Podemos llegar a la conclusión de que es mejor que no comparezcan... Pero bueno, como una piensa que hay que trabajar para lo que le pagan...".
No parece que esta máxima sea compartida por todos los grupos parlamentarios.