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LA CONSTITUCIÓN, MARCO DE REFERENCIA INELUDIBLE

La Conferencia Episcopal considera "inadmisible" el Plan Ibarretxe y pide defender el bien común

La Conferencia Episcopal Española calificó este viwernes de "inadmisible" pretender "alterar unilateralmente" el ordenamiento jurídico "en función de una determinada voluntad de poder, local o de cualquier otro tipo", en referencia al Plan Ibarretxe.

L D (EFE) En una nota de prensa, los obispos recuerdan que la aprobación en el Parlamento vasco del denominado Plan Ibarretxe el pasado 30 de diciembre ha suscitado "un fuerte debate social y político" y defienden la necesidad de "respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria" como la española.

Para la Conferencia Episcopal, "la Constitución es hoy el marco jurídico ineludible de referencia para la convivencia" y, aunque reconocen que se trata de una norma "modificable", consideran que todo proceso de cambio "debe hacerse según lo previsto en el ordenamiento jurídico". Los obispos españoles reiteran que la Constitución de 1978 "no es perfecta, como toda obra humana", pero es "el fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento" y el "instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos".

En el contexto del debate suscitado a raíz de la aprobación de la propuesta del lehendakari Ibarretxe, los obispos recuerdan la doctrina moral de la Conferencia Episcopal sobre las relaciones entre nación y nacionalismos en España, que se desprende de una Instrucción Pastoral sobre terrorismo de noviembre de 2002. En ese documento realizaban un juicio moral sobre el "nacionalismo totalitario" y afirmaban que "resulta moralmente inaceptable que las naciones pretendan unilateralmente una configuración política de la propia realidad y, en concreto, la reclamación de la independencia en virtud de su sola voluntad". "No es moral -agregaba la Instrucción- cualquier modo de propugnar la independencia de cualquier grupo y la creación de un nuevo Estado, y en esto la Iglesia siente la obligación de pronunciarse ante los fieles cristianos y los hombres de buena voluntad".

Cuando la voluntad de independencia "se convierte en principio absoluto de la acción política y es impuesta a toda costa y por cualquier medio, es equiparable a una idolatría de la propia nación que pervierte gravemente el orden moral y la vida social", añadía el texto. Para los obispos, "tal forma inmoderada de culto a la nación es un riesgo especialmente grave cuando se pierde el sentido cristiano de la vida y se alimenta una concepción nihilista de la sociedad y de su articulación política". "Dicha forma de culto está en relación directa con el nacionalismo totalitario", según los obispos españoles, para los que la opción nacionalista, como cualquier otra opción política, "no puede ser absoluta", y para ser legítima "debe mantenerse en los límites de la moral y de la justicia" y evitar un doble peligro.

Según los prelados, los peligros que debe evitar la opción nacionalista es "considerarse a sí misma como la única forma coherente de proponer el amor a la nación" y "defender los propios valores nacionales excluyendo y menospreciando los de otras realidades nacionales o estatales". Para los obispos, "la pretensión de que a toda nación, por el hecho de serlo, le corresponda el derecho de constituirse en Estado, ignorando las múltiples relaciones históricamente establecidas entre los pueblos y sometiendo los derechos de las personas a proyectos nacionales o estatales impuestos de una u otra manera por la fuerza, dan lugar a un nacionalismo totalitario, que es incompatible con la doctrina católica". Recuerdan que España es fruto de un complejo proceso histórico, por lo que "poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear, no sería prudente ni moralmente aceptable".

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