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Diana Molineaux

La Casa Blanca al servicio de Gore

Un día después de pedir públicamente al presidente Clinton que libere parte de las reservas de petróleo, las plegarias del candidato demócrata y vicepresidente Al Gore fueron escuchadas y la Casa Blanca decidió poner a la venta 30 millones de barriles en un mes, para aliviar la escasez de combustible y, posiblemente, conseguir una bajada de los precios.

Clinton, que llevaba días sopesando la conveniencia de utilizar la reserva estratégica, cumplió con los deseos de Gore en cuanto se convirtieron en parte de la campaña electoral y el resto de su gabinete actuó al unísono para celebrar la idea de Gore: el secretario del Tesoro Lawrence Summers, que tan solo la semana pasada consideraba un error utilizar la reserva estratética, cambió repentinamente de opinión y el secretario de energía Bill Richardson explicó que, no solo aliviará una posible escasez y posiblemente reducirá el precio del petróleo, sino que incluso reforzará la seguridad norteamericana pues quienes compren los barriles enterrados a lo largo del Golfo de México, habrán de restituírlo con creces en unos pocos meses.

Treinta millones de barriles es una cantidad relativamente pequeña, comparada con los 570 millones almacenados para crisis bélicas o un colapso en los suministros pero Richardson, quien hace un par de meses aseguró al país que al final de verano los precios se habrían normalizado, cree que será suficiente para impedir que lugares como Nueva Inglaterra, donde las reservas son del 65% menos que el año pasado, tengan el combustible que necesitan ya para calefacción, pues ha empezado ya a nevar.

Esto no acalló las críticas republicanas de que es una maniobra política, como ya dijo el jueves su candidato presidencial George W. Bush, pues de poco servirá disponer de más crudo toda vez que las refinerías ya trabajan a plena capacidad y responsabilizan al activismo ecologista de Gore por los obstáculos que la administración Clinton ha puesto durante ocho años a la producción y refinado.

Pero sus críticas pueden caer en oídos sordos, o incluso perjudicarlos: las encuestas indican que la gente favorece la utilización de la reserva estratégica y la primera reacción ha sido una pequeña bajada de precios. Los demócratas confían en que se mantenga por 45 días, para que la gente se lo agradezca cuando deposite su voto el 7 de noviembre.

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