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José Manuel de Torres

Una presentación desangelada

“La Gran Mascarada” (Taurus), último ensayo del gran pensador francés, Jean-François Revel, se presentó el jueves en el Instituto Francés de Madrid. El libro suscitó gran polémica en ciertos ambientes intelectuales de la izquierda, a los que no les gusta un pelo que, tras la caída del muro de Berlín, puedan caer también, los muros mentales propios del pasado y de una izquierda nostálgica y tramposa que arremete contra Haider mientras vende con simpatía al dictador comunista Castro.

Presentador, el profesor Fernando Vallespín, quien dejó bien claro que las ideas que exponía eran siempre “a juicio del autor”, limitándose a repasar las reflexiones esenciales del libro. Revel le agradeció el fino análisis intelectual que “le había servido para comprender mucho mejor el propósito que se trazó al escribir su obra”.

El autor de “El conocimiento inútil” se sometió después a las preguntas de los asistentes, unode los cuales quiso responderle que “se perdonaban más fácilmente los crímenes del comunismo que los del nazismo, porque el comunismo tenía una larga tradición de lucha por las libertades y la democracia”. Revel, sin inmutarse, contestó que seguía sin ver la diferencia, puesto que el crimen seguía siendo el crimen y que, en todo caso, era peor engañar con nobles ideales para después someter a las personas en nombre de la utopía y de la felicidad colectiva. Mientras que el nazismo, explicó, anunciaba directamente su rechazable programa totalitario y antisemita, la ideología marxista emplea lo que él denomina un método indirecto, una máscara de ideales que recubre su totalitarismo y que evita reflejar su macabro y verdadero rostro; lo cual había contribuido, por ejemplo, a la supervivencia del Partido Comunista en Francia.

Preguntado el politólogo y miembro de la Academia Francesa sobre si era posible la existencia de lo que el Secretario General del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero había denominado “social-liberalismo o socialismo libertario”, respondió que cada caso era diferente y que en España teníamos la suerte de contar con un socialismo que había renunciado al marxismo, gracias a Felipe González, desde el Congreso de 1979, aceptando plenamente la democracia liberal.

En fin, Jean-François Revel, personaje polémico siempre, para muchos un ángel del liberalismo, para algunos otros simplemente un demonio, no defraudó; aunque su intervención ante la prensa no despertó entusiasmo, ni siquiera unos simples y corteses aplausos.

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