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Diana Molineaux

¿Hora de pasar cuentas?

Ante el inminente cambio de administración en Washington hay quienes piensan que ha llegado el momento de pasar cuentas contra el gobierno de Bill Clinton, contra el propio presidente o, en el otro bando, contra su sucesor George Bush.

Es posible que se abra un procesamiento contra Clinton por los mismos motivos que provocaron el "impeachment": perjurio y obstrucción de la justicia en el caso de acoso sexual de Paula Jones y su secuela, Mónica Lewinsky que, teóricamente, será más fácil cuando se haya convertido en un ciudadano de a pie.

El actual investigador especial, Robert Ray, tiene el propósito de tomar una decisión antes del 15 de febrero pero, si se decide a proceder, pondrá una gran presión sobre el partido republicano que aún lleva las cicatrices de la lucha contra Clinton y que, posiblemente, ha costado la reelección a más de uno de sus legisladores. También será un problema para el presidente George Bush, que habrá de decidir si se muestra magnánimo y perdona a su antecesor, o satisface a su ala consevadora que, tras haber pagado una factura política tan alta, exige que se aplique la ley.

Entre los grupos con reivindicaciones, quizá el más visible sea el cubano, que todavía no se ha curado del disgusto de Elián González. Mientras la familia de Miami mantiene una acción contra el gobierno federal y la policía de Miami a quienes acusa de violar sus derechos constitucionales al irrumpir en la vivienda para llevarse al pequeño, un grupo de funcionarios de inmigración de la Florida asegura que se les ordenó destruir la evidencia de "posibles violaciones de la ley" en el caso de Elián.

Los funcionarios dicen que se les ordenó destruir u ocultar documentos y correo electrónico y añaden que la oficina de inmigración local "desprecia" a los cubano-americanos, hasta el punto de que el director describió la captura de Elián como "el día más feliz de mi vida".

También en el otro bando quieren pasar cuentas y los miembros de la fracción negra del Congreso dejaron claro, este sábado, que no acepta la elección de Bush. En el acto oficial para reconocer los resultados electorales, desfilaron uno por uno intentando repetidamente plantear sus quejas por las "irregularidades" y el "arrebato de derechos" de los votantes de la Florida.

Fue un esfuerzo inútil, pues las normas no permiten ni debates ni presentación de documentos sin el patrocinio de ambas cámaras. Sine embargo brindó al derrotado Al Gore, que presidía la sesión conjunta, uno de sus mejores momentos: en su condición de presidente del Senado, cortó una y otra vez la palabra a quienes le defendían y, ante la insistencia de presentar diferentes argumentos, soltó antes las cámaras y los micrófonos uno de aquellos suspiros que tan impopular lo hicieron durante los debates, pero que esta vez provocó el aplauso de sus colegas y el deleite de los telespectadores.

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