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Diana Molineaux

Cambio de rumbo

La Casa Blanca de George W. Bush lleva tan sólo 24 horas funcionando, pero han bastado ya para marcar una nueva era. A pesar de las dificultades inherentes a la transición, exacerbadas por la larga disputa post-electoral, los horarios se respetaron exactamente y las declaraciones oficiales tuvieron un tono distinto.

Quizá el mayor contraste con la administración que llegó a la Casa Blanca hace ocho años sea la eficiencia, resultado de que al frente de los distintos departamentos hay gente con experiencia, en vez de gente que buscaba experiencias, como los entusiastas seguidores de Clinton. Las conferencias se celebraron puntualmente, las declaraciones fueron breves y el propio presidente, a pesar de ser accesible a la prensa, fue más bien parco en palabras aunque no perdió el tiempo en modificar las normas en cuestiones de aborto y en anunciar su primer viaje al extranjero.

Esta visita, a México el 16 de febrero, indica una nueva orientación de las relaciones internacionales en línea con la promesa electoral de Bush de prestar más atención a Hispanoamérica, prioridad que también ha de ser útil como política interna. Los 31 millones de hispanos son el mayor grupo minoritario del país, y pueden tener un efecto decisivo sobre los comicios del 2004 y ayudar a la reelección de Bush, igual que le apoyaron a repetir como gobernador de Texas.

Bush tampoco pierde el tiempo en presentar sus iniciativas. Este mismo martes, su segundo día de trabajo, envía al Congreso propuestas para mejorar la enseñanza, una pieza central de su programa. No es un borrador de ley, sino una serie de sugerencias para redactarla; indica así a los demócratas su disposición al diálogo y les impide declararla "difunta", como ocurre frecuentemente con las iniciativas de un presidente del otro partido.

En realidad, Bush cerró su primer día con una victoria, ya que los demócratas se mostraron dispuestos a recortar impuestos y uno de sus senadores co-patrocina una propuesta semejante a la de Bush. Estos éxitos tempranos son cruciales para que la oposición le tome la talla y es bien seguro que los tendrán presentes este miércoles, cuando los legisladores demócratas se reúnan con el nuevo presidente que los ha invitado a almorzar en la Casa Blanca.

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