Amando de Miguel
El saluda
Es institución periclitada, pero todavía se ven por ahí algunos saludas más o menos protocolarios. Nuestros abuelos burocráticos los llamaban besalamanos, que es peor. La fórmula es la misma. Son comunicaciones escritas, que se redactan en tercera persona y que no llevan firma. A mis colegas extranjeros les maravilla recibir uno de esos saludas, a veces incluso con tipografía de letra inglesa. Es como recibir una carta escrita sobre pergamino. La redacción en tercera persona le hace a uno creer que es un aristócrata. La ausencia de firma convierte al documento en un acto irresponsable. La combinación es francamente odiosa.
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