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Juan Manuel Rodríguez

Lágrimas por Diego

Todo es discutible. Todo menos que al gol de Maradona (y hablo “del gol” puesto que todo el mundo sabe a cuál me refiero, y porque tras ese sólo hubo golillos) habría que buscarle un hueco en la planta que el Museo del Prado dedica a Diego Velázquez. Del pintor sevillano se atrevieron a decir en su época –y aún después– que era poco imaginativo (sólo "Las Meninas" vale por todo el arte del siglo XX); y el otro día viendo –boquiabierto y ensimismado, atontolinado, como es preceptivo– una nueva repetición del gol, alguien dijo a mis espaldas: "Si, pero..." ¿Pero?... ¿Pero qué? Pero nada. No hay "peros". Con el gol, no.

El "negro" Enrique fue quien le dio el "pase de la muerte al pelusa". Luego éste "sólo" tuvo que darse la vuelta, cruzar al campo contrario, driblar a uno, hacerle el truco del almendruco al segundo, rifar al tercero y dejar sentado al portero con un clic irrepetible. Lo dicho, un hueco para el otro Diego, para el Diego argentino, en la planta del sevillano Velázquez, el pintor de la franqueza ("demasiado real", aseguran que dijo Inocencio X al presenciar el retrato del genio). Real como la vida misma.

Argentina celebra estos días el debut de Maradona con la camiseta xeneize de Boca Juniors. El 22 de febrero de 1981 debutaba en la Bombonera cumpliendo el sueño de su padre. Antes lo había hecho con la selección de Argentina (16 añitos tenía el chicorrotillo), y más tarde lo haría con la camiseta del Barcelona o del "Napoli" –¡menudo recibimiento!–.

Han pasado 20 años desde entonces, y uno no puede estar más en desacuerdo con el tango, porque ese tiempo lo ha sido todo. Desafortunadamente, Diego ya no pinta nada, aunque sigue siendo la conciencia de la FIFA, el grano de Joseph Blatter, el "Pepito Grillo" del fútbol mundial. Y aunque tiene la cabeza con la "Soyuz", girando por la estratosfera, resulta inevitable –al menos para mí– seguir viendo en este panzón descarado al pintor del fútbol que fue, al auténtico y genuino autor de aquel gol que me pone la carne de mil gallinas.

Tengo ante mí una portada del diario Olé. El titular dice: "Lloré mil veces por Boca". Yo celebro como el primero su debut con aquella camiseta. Y casi lloro cuando veo el gol. Y play, y play. Gracias a la ciencia por el vídeo. Me descubro ante el mando a distancia.

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