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Diana Molineaux

Sin tiempo que perder

Aunque aplica a rajatabla su filosofía de limitar las horas de trabajo para él y sus colaboradores, George Bush no ha perdido el tiempo en sus primeros 50 días en la Casa Blanca y mantiene una marcha acelerada para aplicar su programa electoral. Probablemente tiene conciencia de que se ha gastado ya la mitad de su "luna de miel", los famosos cien días en que los nuevos presidentes gozan de un espacio protegido de críticas y puñaladas políticas.

De momento, Bush ha aumentado su popularidad con un apoyo específico para su propuesta de recortar impuestos. Pero sabe que la opinión pública puede cambiar rápidamente y aprovecha la cresta de la ola para convencer a la población de la conveniencia de pagar menos impuestos.

Los demócratas, por su parte, huérfanos de la cobertura política que les daba un presidente de su partido y víctimas de los tropiezos de Bill Clinton, están atónitos ante lo que consideran "audacia" republicana en aplicar su programa a pesar de su escasa mayoría electoral. Tras la sorprendente victoria de Bush la semana pasada, cuando la Cámara de Representantes aprobó sus propuestas fiscales, la mejor esperanza demócrata está en el Senado, donde ambos partidos tienen el mismo número de legisladores y tratan de conseguir que alguno cambie de bando.

Bush también lo ve así, pues su campaña consiste ahora en visitar los estados con senadores demócratas, con la esperanza de que los ciudadanos presionen a los senadores que quieren oponerse a los recortes fiscales. En realidad, ya tiene por lo menos uno, posiblemente dos, senadores demócratas en su campo, pero en el Nordeste es fácil encontrar legisladores republicanos que tienden hacia las tesis demócratas, hasta el punto de que Bush podría aceptar un compromiso para impedir deserciones.

El compromiso consistiría en supeditar los recortes a la continuación de los superávits fiscales. Si la desaceleración económica continúa, quedaría en suspenso, ya que difícilmente se llevaría a la práctica porque nadie cree en la conveniencia de subir los impuestos en época de recesión.

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