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Ignacio Villa

¿Sorpresas? Ninguna

Nadie se puede llevar a engaño. Lo ocurrido con Marruecos y el acuerdo de pesca es algo que se veía venir y que a nadie puede sorprender. ¿Culpables? Muchos. Y desde hace mucho tiempo.

Para empezar, la Unión Europea que, por los miedos públicos de los países del norte, ha permitido una relación débil con Marruecos. También hay que buscar responsabilidades en los distintos Gobiernos españoles, que no han sabido aceptar la situación tal como era. Por esta razón, no han buscado, con tiempo, alternativas a una realidad. También son culpables, por supuesto, los armadores españoles que, durante años, han fomentado situaciones irregulares pensando que nunca se acabaría la posibilidad de faenar en aguas marroquíes.

Repasando estos capítulos, hay que decir que en Bruselas siempre se ha mirado con recelo la necesidad vital de España de tener una buena relación con Rabat para favorecer los acuerdos de pesca. Siempre se ha visto que era un asunto de los países pobres del sur. Por lo tanto, sería injusto pensar sólo en la Comisión actual para encontrar un culpable. La historia viene de lejos.

Hablando del Gobierno español, hay que romper una lanza a favor de Arias Cañete. No es precisamente un problema del actual Ejecutivo. Hay que remontarse a la época socialista, con uno de los ministros de Pesca que, sin duda, no pasará a la historia por su eficacia. Hablamos de aquel hombre que ahora se dedica a cultivar vinos del “Priorato” en Cataluña, y que respondía al nombre de Luis Atienza.

Atienza, que es el mismo ministro de la “guerra del fletan”, es parte indirecta de lo ocurrido ahora. Desde entonces ya se sabía que los acuerdos de pesca con Marruecos estaban llamados a extinguirse antes o después. En aquella etapa, Rabat advirtió del final de esta relación. Era una fórmula que estaba diseñada para caducar.

Ya entonces, de forma pública, el Gobierno reconocía que todo pasaba por dos caminos: reconversión y nuevos caladeros. Es verdad que se ha trabajado en ello. Existen acuerdos con Namibia y con Mauritania, pero también hay que reconocer que se ha trabajado a cámara lenta.

Junto a los anteriores, todo hay que decirlo, hay otros culpables. Durante muchos años, los armadores españoles no han actuado con la precaución necesaria. Han faenado en épocas de “parón biológico”, han sobrepasado las cuotas previstas, no han cumplido legalmente con los trabajadores magrebíes y han utilizado pesqueros marroquíes en empresas muy cercanas a la ficción.

Al final, lo ocurrido es el resultado de un conjunto de errores de gestión y de previsión. Aunque algunos intenten escudarse en el carácter “especial” de Marruecos para negociar, eso no significa ninguna novedad; ya lo sabíamos. Era parte de la historia.

Ahora, aceptada la situación, habrá que trabajar en serio para buscar soluciones. Y por favor, que Manuel Chaves no haga demagogia. Ni puede negociar con Bruselas, ni es momento de buscar votos. La guerra es otra, y Chaves lo sabe.

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