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Diana Molineaux

La gran apuesta de Bush

El plan energético anunciado por Bush se podría convertir en la pieza más importante de su mandato, de más envergadura que los importantes recortes fiscales anunciados durante la campaña electoral, aunque es también una apuesta muy arriesgada para su supervivencia política.

A pesar de las previsibles críticas demócratas y de sus afiliados ecologistas, el plan de Bush tiene dos partes: aumentar los suministros y fomentar técnicas de ahorro energético, pero casi la mitad de sus 105 iniciativas tan solo se pueden poner en la práctica por la vía legislativa y es tan difícil saber si el Congreso las aprobará, como imaginar cuál será la forma final una vez sometidas a debate y cabildeo.

Las enormes inversiones necesarias para extraer petróleo y gas natural, para construir centrales eléctricas y nuevas plantas atómicas serían un enorme estímulo económico que recogería el capital en espera de inversiones más seguras, tras los sobresaltos bursátiles del pasado año, y la tecnología para ahorrar energía abriría un nuevo campo de investigaciones y de posibilidades económicas, tanto en Estados Unidos como internacionalmente.

La ventaja de Bush es que los problemas eléctricos de California han dejado ver al país que hay problemas energéticos y quizá se crea su advertencia de una posible crisis peor que la de 1973, cuando las restricciones obligaron a los norteamericanos a ocupar edificios fríos y a reducir el uso de sus coches, imprescindibles en un país de dimensiones continentales y con una densidad demográfica insuficiente para desarrollar un buen sistema de transporte público.

También le ayuda que la reacción demócrata se basa más en buscar culpables en el pasado que en ofrecer soluciones de futuro como la construcción masiva de plantas eléctricas, nuevas prospecciones e instalaciones de refinado y transporte.

Pero se ha de enfrentar a la fuerte campaña ecologista que ha hecho del reno americano de Alaska un nuevo dios pagano ante cuyo altar hay que ofrecer a perpetuidad las amplias extensiones salvajes que ocupa, sin ultrajarlas por los métodos más modernos de extracción que tan solo afectan a la milésima parte de su territorio sin perjudicar plantas, animales o paisaje.

Por otra parte, aún en el mejor de los casos, las soluciones son a largo plazo y no resuelven las fuertes subidas de precios y los legisladores republicanos temen las consecuencias que la falta de prisa del presidente de su propio partido pueda tener en las elecciones legislativas del ano próximo.

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