La verdad siempre termina por salir a la luz, aunque sea por accidente, como acaba de ocurrir con la realidad de Aerolíneas Argentinas. El Gobierno español está haciendo todo lo posible por sacar adelante la maltrecha compañía aérea del país austral: invierte dinero, y mucho, prepara planes de saneamiento y, sobre todo, se arma de mucha paciencia. Sin embargo, cuando llega la hora de la verdad, tropieza con el Gobierno argentino, el principal escollo para reflotar Aerolíneas.
Ahora acaba de saberse que en la visita que realizará el ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, a España el próximo lunes, tenía previsto tratar de engañar no al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ni al presidente de la Sepi, Pedro Ferreras, sino al pueblo argentino tratando de hacerles creer que somos nosotros quienes no queremos una solución para la compañía aérea. En el pasado ya se ha intentado, con acusaciones del estilo de que si Iberia se ha quedado con las mejores rutas de Aerolíneas y ha dejado a los argentinos las que no son rentables, de que si el elevado endeudamiento de la aerolínea argentina es culpa de Iberia, etcétera. Y todo por no querer asumir el coste político de reconocer que los problemas de Aerolíneas siempre los ha ocasionado el Gobierno argentino, no poniendo el dinero que debe, impidiendo el necesario ajuste de plantilla, creando todo tipo de problemas e interviniendo permanentemente en la vida de la compañía, y siempre para mal.
Afortunadamente, los periodistas estaban delante y escucharon a Cavallo todo lo que dijo, incluso eso de “los españoles nos van a mandar a la m...”. No es para menos, pero nosotros somos educados y gente seria.
Es verdad que resulta difícil para el Gobierno argentino justificar que no puede poner los 40 millones de dólares a los que se comprometió, cuando España ya ha desembolsado los más de 600 millones de dólares que le tocaba y, sobre todo, cuando nuestro país ha avalado el préstamo de 1.500 millones de dólares concedido por el Fondo Monetario Internacional a Argentina. Pero también es cierto que el Gobierno es prisionero de los argentinos, en tanto en cuanto un abandono o cosa por el estilo de Aerolíneas supondría una oleada de antiespañolismo contra las empresas de nuestro país instaladas en Argentina, que acabarían pagando platos rotos que no les corresponden. La cosa, por tanto, no tiene fácil solución en un país que atraviesa por una grave crisis económica. Pero, al menos, la verdad ha salido a la luz y todo el mundo en Argentina ya sabe quién es el responsable de que Aerolíneas no salga adelante. ¿Servirá para algo?

La verdad a flote

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