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Víctor Cheretski

Los ortodoxos, contra la visita del Papa

Se aproxima la fecha de la histórica visita del Papa Juan Pablo II a Ucrania, un país en su mayoría cristiano ortodoxo, pero también católico y uniata. Mientras estos últimos esperan con impaciencia la visita del Papa, la primera en la historia del cristianismo, crecen las protestas de la Iglesia Ortodoxa Rusa contra esta misión. Los ortodoxos rechazan las ideas ecuménicas y se oponen a cualquier contacto con la Iglesia Católica.

No obstante, la visita tiene una gran importancia. Demuestra la voluntad del Vaticano de estrechar las relaciones con los pueblos ortodoxos del Este de Europa en aras del ecumenismo que promueve Su Santidad. Se trata de un gran gesto para buscar el acercamiento y el entendimiento de todos los que creen en Jesucristo.

Y, en el caso concreto de Ucrania, la visita del Papa tiene un sentido puramente religioso. Responde a las aspiraciones de la gran comunidad católica de Ucrania: varios millones de personas. Los mismos sentimientos comparten los llamados “uniatas”, que desde el siglo XVI pertenecen al mundo católico, pero tienen ritos ortodoxos.

En cuanto al Gobierno ucraniano, la visita del pontífice significa un paso significativo para el desarrollo de sus relaciones internacionales: una cierta alternativa a las presiones de Moscú, cada día más fuertes, que desea hacerse de nuevo con Ucrania. En este país, además, hay dos iglesias ortodoxas minoritarias independientes de Moscú que no ven nada malo en la visita del Papa. Mientras, la tercera, la mayoritaria: o sea, la iglesia ortodoxa subordinada al patriarcado ruso, se opone a esta visita.

Oficialmente, los jerarcas de esta iglesia, incluido el mismo patriarca Alexy II, dicen que la visita “puede complicar aún más las precarias relaciones que existen entre los católicos y los ortodoxos en Ucrania”. En el Oeste del país hay un litigio entre uniatas y ortodoxos sobre los bienes de la iglesia. Y es que, tras la caída del comunismo, los uniatas, que fueron perseguidos en los tiempos soviéticos, se hicieron con una parte de los locales que antes pertenecían a la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Otra acusación contra el Vaticano es la de intentar introducirse en el “territorio históricamente ortodoxo”, ya que de los 50 millones de ucranianos, 35 millones pertenecen a la iglesia dirigida por el patriarca Alexy. Por último, los ortodoxos dicen que el Papa, con su visita a Kiev, cuna del cristianismo ruso, pretende demostrar la “victoria histórica del catolicismo sobre la Iglesia Ortodoxa”. Señalan también que su visita reforzará a los que se oponen al acercamiento de Ucrania y Rusia.

Con toda esta “lógica”, la Conferencia Episcopal ucraniana, fiel al patriarca de Moscú, se pronunció por el “aplazamiento” de la visita del pontífice.

Según algunos observadores independientes en la capital rusa, todos estos pretextos no tienen mucho fondo y, más bien, reflejan el odio histórico de la Iglesia Ortodoxa contra la Católica que tiene raíces bastante profundas y data de las cruzadas. Estos sentimientos son promovidos por un grupo de religiosos muy influyentes dentro de la iglesia que son monjes integristas. Encabezan las manifestaciones contra la visita del Papa que tienen lugar en Kiev, capital ucraniana. Otros participantes masivos en las mismas manifestaciones son los comunistas.

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