Lo mejor que se puede decir del dato de inflación correspondiente a junio es que no ha subido. Por el contrario, el ritmo de variación anual del IPC permaneció en el 4,2% en que se situó en mayo. Gracias a ello, puede que se cumpla una de las previsiones del Gobierno en materia de precios de consumo, esto es, que su escalada toque techo y empiece a desacelerarse este verano, a pesar de que, lo más probable, es que haya vuelto a ampliarse el diferencial de precios con la zona del euro. Lo que, desde luego, no parece posible es que se vaya a cumplir otra de sus previsiones: que la inflación termine el año por debajo del 3%.
De todas formas, el problema del control de la inflación dista mucho de estar resuelto. El Gobierno dice que el efecto sobre el IPC de la bajada de la gasolina empezará a notarse a partir de julio. Eso es cierto. Si el dólar se hunde frente al euro, como empiezan a prever los analistas y los organismos internacionales, también será de gran ayuda para retornar a la estabilidad de precios. Y la más que evidente desaceleración de la demanda interna reducirá considerablemente las presiones sobre los precios de consumo que han provocado que éstos se disparen. Pero aún persisten factores de riesgo.
Uno de ellos es la evolución de la inflación subyacente, o sea, la del índice general excluidos los precios de los alimentos y de la energía. Ésta sigue subiendo por lo que, si no se corrige su tendencia, podría ser un serio obstáculo para el retorno a la estabilidad de precios.
Otro factor es la política monetaria. Los actuales tipos de interés del 4,5%& son más acordes con las necesidades de la economía española que hace unos meses. Pero esto no se debe a una mejora de la inflación sino a una reducción del crecimiento económico. Además, aunque el BCE ha dicho que por ahora no va a tocar el precio oficial del dinero, tampoco parece muy probable que vaya a tardar mucho tiempo en hacerlo, una vez que las presiones inflacionistas en Alemania y Francia han empezado a remitir y que el crecimiento económico en ambos países ha perdido fuerza ostensiblemente. En esos momentos, la política monetaria volverá a ser demasiado laxa para lo que necesita España. El Gobierno debe tenerlo en cuenta.

La inflación toca techo

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