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Marta Pardo

El enderezador de destinos

Soñaba Georges Simenon con que existiera el oficio deenderezador de destinos: “Sufro al ver que la vida de uno o de varios seres humanos toma un viraje peligroso, como si un guijarro los hiciera tropezar cuando menos lo esperan. ¡He visto tantas vidas destrozadas como por efecto de una maldición inexplicable!” Para luchar contra esa maldición inventó el personaje del comisario Maigret, o dejó que fueran los propios protagonistas los que se enfrentaran, esta vez sin intermediarios, a sus circunstancias adversas.

"Luces rojas" es una de estas últimas novelas sin Maigret. Cuando la acción comienza, parece que la adversidad se haya cebado en el matrimonio formado por Steve y Nancy Hogan, pero desde dentro, y por una muy explicable crisis personal y de pareja. El lector asiste a una progresiva degradación de algo que ni siquiera se entrevé como amor. La necesidad compulsiva de alcohol con que Steve hace soportables sus frustraciones y el desprecio silencioso de Nancy forman una espesa telaraña de la que parece difícil escapar. Acaba el verano y la pareja debe emprender un viaje para recoger a sus hijos –de vacaciones en un campamento– después de comprobar que las semanas que han permanecido solos han resultado aún más penosas.

La tensión crece ahora paralela a otra más sutil, sugerida sólo al comienzo, y que viene esta vez de fuera. Algo más que la propia infelicidad se va espesando en torno a Nancy y Steve, hasta el momento en que sus vidas queden definitivamente marcadas por un personaje siniestro, Sid Halligan, recluso evadido de una cárcel cercana, que huye a la desesperada. Y es en esa “maldición inexplicable”, como los destinos de la pareja pueden empezar a enderezarse. Después del dolor y la expiación. Después de la comprensión profunda del otro, y del torrente de palabras que fluyen ahora sin trabas. Comprender y no juzgar era uno de los lemas de Georges Simenon, y un inmenso interés por los seres humanos, a los que tal vez hay que ayudar un poco, antes de desaparecer de puntillas tras la última página.

Georges Simenon,"Luces rojas". Traducción de Javier Albiñana. Tusquets Editores, col. Andanzas, Barcelona, 2001, 164 págs.

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