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Ignacio Villa

¿Refugio o ejemplo?

El anuncio del IRA sobre el inicio del abandono de las armas, además de ser un gesto histórico —en caso de consumarse definitivamente—, provoca en cualquier ciudadano español una mirada hacia el País Vasco. Una mirada rápida, casi instintiva, para certificar que la solución del problema irlandés no es válida para el problema vasco. Son dos realidades distintas, con orígenes marcados y con raíces históricas diferentes.

Desde el nacionalismo vasco, hace ya hace años, se busca refugio y excusa en Irlanda del Norte. Desde el PNV se pretende de forma desesperada encontrar una coartada, un espejo en el proceso de paz en Irlanda del Norte, un referente en las relaciones entre Londres y Dublín pasando por Belfast. El PNV busca y busca, pero no lo encuentra. Sencillamente no hay nada que encontrar. Irlanda del Norte y el País Vasco tienen dos caminos separados y diferenciados. Y decir lo contrario es mentir y trafucar la realidad. Siendo problemas distintos, en cambio, desde un punto de vista político, el proceso de paz irlandés sí que podría ser un ejemplo para el nacionalismo vasco, que "utiliza" la paz en beneficio propio. Esa es la gran diferencia, esa es la clave. En Irlanda del Norte se ha buscado la paz con grandes altibajos, pero se ha buscado dejando de lado los intereses partidistas. En el País Vasco, el PNV pretende sacar de la confusión provocada el mayor rédito posible para sus intereses, y además actúa con miedo y con temor hacia los terroristas.

El nacionalismo vasco, más pendiente de sus deficiencias y de su futuro, ha borrado sus objetivos del horizonte. Vive pendiente de lo inmediato, perdiendo la visión de conjunto. El PNV, sobrevive atado de pies y manos por los terroristas. Y se olvidan de que, sí realmente quieren la paz, deberían afrontar con valentía y coraje una situación complicada. Pero se empeñan en demostrar que son incapaces de entender que la paz cuesta un esfuerzo, y tiene que ir acompañada de generosidad. Irlanda del Norte no puede ser un refugio para un nacionalismo vasco desorientado y confuso. En todo caso, el proceso de paz que se reconduce en tierras irlandesas tendría que ser una llamada de atención para los políticos nacionalistas tibios en las formas y contradictorios en el fondo. La actitud, de la que hacen gala, es una actitud que se sitúa muy lejos de la paz. Es una actitud egoísta con ribetes de miedo. Y de esta forma no se avanza hacia ningún sitio.

Irlanda del Norte no puede ser un refugio para las artimañas nacionalistas; debería ser, en todo caso, un ejemplo para abandonar unas actitudes mezquinas en lo político y cobardes con el terrorismo. Todo lo demás son fabulaciones de Arzalluz y compañía.

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