La Escuela del Ejército Estadounidense de las Américas (SOA) es una institución con sede en Fort Benning, Georgia, que tiene como misión el entrenamiento de militares en las áreas de neutralización de guerrillas, control de movimientos insurgentes y lucha contra el narcotráfico. Existe otra organización denominada SOAW que tiene como contramisión la eliminación de las actividades del SOA. A tal efecto, denuncia no solamente la instrucción facilitada a los militares suramericanos en las áreas arriba mencionadas, sino incluso a los mismos alumnos, cuyos listados provee.
Es por ello que en el sitio web de la SOAW se muestran los manuales de instrucción del SOA, los cuales abarcan materias tales como Terrorismo y Guerrilla Urbana, Gestión de las fuentes de información, Técnicas de interrogatorio y otras disciplinas. Se supone que el internauta se sentirá horrorizado ante estos planteamientos documentales y que, en consecuencia, se desprenderá de cualquier forma de tibieza de opinión, haciéndose proclive a la eliminación de recursos aplicados contra el terrorismo. En Derechosnet, que es uno de los enlaces de Human Right Watch, también se incluyen algunos de esos documentos. Curiosamente, aunque el motor de búsqueda de Google los localizó en la primera página de resultados, no pude comprobar que existiese un enlace desde la página principal a esta documentación, que en esta web sólo resultan accesibles desde el directorio parent (las carpetas donde se encuentran alojados los documentos en el correspondiente servidor). Posiblemente sean incluidos los accesos en una posterior actualización del sitio.
Ya hemos comentado en este mismo espacio la curiosa estrategia que se intenta desarrollar en algunas páginas web anarquistas mediante la inclusión de directorios exhaustivos de servidores nazis: la paradoja que se produce consiste en que lo que hacen es dar publicidad precisamente a quienes tratan de oponerse. Con el ánimo de excoriar al enemigo, se le da alas y se refuerza su conocimiento por parte del público. En pocas palabras: la empresa de convencer a los públicos objetivos acerca de la inconveniencia de determinadas actitudes carece por completo de sentido, ya que lo único que se podría conseguir, en todo caso, sería un refuerzo de las opiniones ya constituidas.
Los procesos de comunicación son complejos en cualquiera de las áreas que se consideren. La persuasión funciona exactamente en sentido contrario, es decir, destacando la bondad de los planteamientos del comunicador y haciendo gala de paciencia y sabiduría suficientes para que sean los públicos objetivos quienes capten esas bondades, asumiéndolas como propios y personales objetivos. La comunicación de opinión política todavía mantiene comportamientos rudimentarios, yendo muy a la zaga de la comunicación empresarial, motivo por el que me sorprendo habitualmente al comprobar cómo las grandes empresas contratan a políticos en paro y no tiene lugar con tanta frecuencia el proceso inverso. La diferencia es clara: las empresas, por imposición del mercado, escuchan a los consumidores. Los políticos sólo pretenden que les escuchen a ellos. Debido a este motivo (y en España lo sabemos muy bien) los partidos nunca ganan unas elecciones. Son los rivales quienes las pierden.
El suministro de información en manos no profesionales es un arma de doble filo. Pensemos por ejemplo en las páginas web de pequeñas empresas que, a fin de aportar credibilidad, facilitan listados de sus clientes... ¡para que los competidores empiecen a llamarlos por teléfono ipso facto!
Recuerdo una argucia de marketing de guerrilla que comenta el gurú Kawasaki: una pequeña pizzería puso en marcha una campaña 2x1 que consistía en que te regalaban una pizza por cada una que pidieses, con la condición de que al hacer el encargo entregases la página correspondiente a pizzerías con servicio a domicilio del listín telefónico. En dos semanas, los competidores quedaron borrados del mapa.
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