¿Por qué no otro país? Quizá el gobierno alemán sepa algo que en Washington desconocemos, pero la indiscreción de Berlín ha dado peso a las especulaciones periodísticas de que este empobrecido país será el próximo objetivo de la campaña norteamericana. En realidad, el propio Ben Laden escogerá el próximo objetivo norteamericano según lo que haga en un futuro inmediato… en el caso de que aún pueda emprender algo.
El impacto de la intervención militar estadounidense en Afganistán es evidente en muchos países que simpatizan con el fundamentalismo musulmán. Y una prueba palpable ha sido Yemen, uno de los Estados que encabezan la lista norteamericana de sospechosos de colaboracionismo con Ben Laden y que, súbitamente, ha actuado contra las presuntas bases terroristas del Norte del país.
Lo más probable es que después del devastador caso talibán, cuyo apoyo a Ben Laden provocó la destrucción de lo poco que quedaba del Afganistán, la (o las) organizaciones terroristas del mundo vuelvan a la táctica guerrillera y traten de ocultar tanto sus estructuras, como su logística y hasta la identidad de sus dirigentes. Pero esto necesitará tanto tiempo como el montaje de los atentados del 11 de septiembre. Privados de la divulgación de los videos de su líder, les será más difícil dar “órdenes globales” y reclutar adeptos.
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