Amando de Miguel
Los más pequeños
Empezó siendo una metáfora, una adaptación del catalán, pero ya es una plaga. Consiste en evitar la palabra “niños”. En su lugar se dice “los más pequeños”. Es evidente lo inexacto del circunloquio. Los más pequeños serían los bebés, los niños de teta que se decía correctamente, los infantes en castellano clásico. No señor, “los más pequeños” son los que escriben a los Reyes Magos, van de chándal o manejan el ordenador. Es decir, no son los más pequeños, sino los niños, los chicos, los mocosos, los muchachos. Pueden ser chavales, arrapiezos, zagales, pero nunca, por favor, “los más pequeños”.
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