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Estoy viendo el último capítulo de "Yo soy Betty, la fea", de la RCN colombiana. Y aunque sigo su hilo argumental con desigual fortuna (me perdí los episodios de lunes y martes, y eso es mortal de necesidad en cualquier "culebrón" que se precie), resulta que las aventuras y desventuras de la susodicha Betty, el doctor Calderón, Freddy, Aura María o la "peliteñida" llegan a secuestrar mi atención. Porque, seamos sinceros, ¿quién no se ha sentido Betty la fea por lo menos una vez en la vida?

En la serie hay un grupo de secretarias que son conocidas como el "cuartel de las feas". Todos trabajan en "Eco Moda" que es una empresa dedicada a la alta costura y, como no podía ser menos, por allí desfilan unas chavalas de auténtico escándalo. ¿A santo de qué viene todo esto? Sencillo. Ahora mismo, Alexis Pérez Pérez debe sentirse como Betty, y Victoriano Sánchez Arminio puede pensar perfectamente que está presidiendo el "cuartel de los feos" del fútbol español. Todos los palos van dirigidos como siempre al Comité Técnico de Árbitros. ¿Cómo salir del paso?

En España no existe una tradición de respeto a la labor del colegiado. Y no me estoy refiriendo al "loco del Bernabéu", sino a los máximos responsables de los clubes. Y desde luego a los "medios de incomunicación". El árbitro es bueno si beneficia a tu equipo, y malo de solemnidad si le perjudica. Al árbitro se le presiona, se le chantajea y se le lapida. Del árbitro opina todo el mundo, incluso ex árbitros. Y, haga lo que haga, tarde o temprano le pilla el tren. En definitiva, el árbitro es el feo por antonomasia de nuestra Liga de las estrellas. Los directivos tienen dos formas de salvar sus propios muebles: echando al entrenador o, en su defecto, poniendo a parir al árbitro. Y como decía don Miguel Gila: "¿Qué pensará la madre de ese árbitro?"

En Italia acaban de poner en práctica un método según el cual treinta expertos, dependientes de la fiscalía disciplinaria, verán los partidos por televisión para redactar otro acta. Aquí eso resultaría imposible. El Gaspart de turno investigaría el árbol genealógico de todos los expertos a la caza del madridista oculto. Y luego pediría informes de cada uno de los cámaras, rastrearía el pasado de los técnicos de sonido y examinaría con lupa a los directores de programas. Saviola ha dicho que no cree que los árbitros ayuden al Madrid. Este no se ha enterado aún de qué va este "spaguetti western". Don "Joan" es el bueno, el "malo" es Luis Figo... ¿y el feo?... El feo es el árbitro, naturalmente.

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