Cuando Javier Gómez de Liaño da un paso, las instancias judiciales tiemblan. Incluso los que consideran injusta su sentencia condenatoria no se atreven a pronunciarse. El “caso Liaño” es como la bicha, que nadie se atreve a nombrarla, empezando por el Gobierno del PP. Cuando Javier Gómez de Liaño fue condenado por prevaricación solicitó el indulto, y pasó más de un año hasta que el Gobierno se atrevió a concederlo. El Ejecutivo aprovechó que el Pisuerga pasaba entonces por el Año Santo y del perdón para diluir el indulto del juez entre otros dos mil perdones a delincuentes de toda índole. Esos 2000 indultos están ya ejecutados, a excepción del que ahora preocupa tanto a varios vocales del CGPJ.
El peregrinaje judicial de Javier Gómez de Liaño no terminó, como se podía esperar, con el indulto del Gobierno. Después hizo falta un pronunciamiento del Tribunal de Conflictos, que falló el 13 de junio de 2001. Esa sentencia también parece encontrarse ahora en el limbo del Tribunal Supremo, porque no ha llegado todavía al CGPJ. Quizá esté perdida en algún cajón. Hasta ahora, los vocales del CGPJ estaban encantados por dos razones: desde el entorno de Javier Gómez de Liaño les llegaba el mensaje de que el ex instructor del caso Sogecable no quería volver a un juzgado; los vocales respiraban tranquilos por este motivo y porque desde el Supremo tampoco había intención alguna de mandar la sentencia del Tribunal de Conflictos.
Todos contentos hasta hoy, que ha sido cuando Gómez de Liaño ha respirado. Quizá los recientes acontecimientos ocurridos en la Audiencia Nacional, y más concretamente en la Sección Cuarta, le han animado a solicitar el reintegro en la Carrera. La primera respuesta de varios vocales de la mayoría del CGPJ ha sido calificar el movimiento de Gómez de Liaño como “inoportuno”. El problema es que parece que siempre es inoportuno. Incluso para sus antiguos compañeros de la Audiencia Nacional, que le despidieron por la puerta falsa. Ahora, en cambio, hacen homenajes y proponen colectas. Los cimientos del CGPJ vuelven a temblar.
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