En las últimas semanas se ha dicho y se ha escrito mucho acerca de las dudas que presentaba una posible recuperación económica, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea y en España. Pero cada días se acumulan más y más datos en favor de una reactivación económica que empieza a presentarse antes y con más intensidad de lo previsto. Y eso empieza a calar en el ánimo de los inversores.
No se trata en este caso de meras palabras, con todo el peso que puedan tener, como las últimas declaraciones de Greenspan o Duisenberg en este sentido, o las más recientes del ministro de Economía alemán en la misma dirección. Las cifras lo avalan. Por ejemplo, el último dato de paro norteamericano, que se ha reducido en una décima, algo importante porque uno de los riesgos para la recuperación allí era un deterioro del mercado laboral que parece que no va a producirse. Eso va a permitir que el consumo no se debilite y, por tanto, que la reactivación norteamericana pueda ser sólida y estable.
Los temores a una recaída en la recesión, por tanto, se están disipando con fuerza porque ese revés es cada vez más improbable. Por ello, los inversores han empezado a abandonar masivamente sus refugios, de forma que esta semana el oro ha vuelto a los niveles de hace dos meses y el precio de la deuda ha empezado a desplomarse porque el dinero empieza a volver con fuerza a las Bolsas para quedarse en busca de los dividendos y las plusvalías que va a generar la recuperación del crecimiento económico. La fuerza con la que el Dow Jones ha roto el nivel de los 10.500 puntos o la holgura con la que el Ibex se mueve por encima de los 8.300 puntos así lo atestigua.
Esto tiene una derivada para la economía real porque ese clima de optimismo bursátil se traduce rápidamente en una mejora de la confianza de los consumidores que lleva inexorablemente a un consumo sostenido y a un aumento de la inversión, lo que se traduce en más crecimiento económico y en más empleo. La crisis, por tanto, ha quedado atrás y la recuperación empieza a llegar antes y con una fuerza mayor de lo previsto gracias, sobre todo, a que el comportamiento de la economía norteamericana está empezando a sorprender otra vez a propios y extraños para bien.
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