Menú

Pasado el tiempo, y ya que nuestro "delito" ha prescrito, debo confesar que, durante la primera etapa en que John Toshack fue entrenador del Real Madrid, los periodistas que solíamos acudir habitualmente a sus entrenamientos, cruzábamos apuestas para ver a quién respondería en más ocasiones con aquel ultradefensivo no comment. A J.B. no le interesaba lo que nos interesaba a nosotros (o lo que a nosotros nos parecía que podría interesarles a nuestros oyentes o lectores), de forma que se estableció un doble mecanismo de defensa para no morir de hastío. El galés contestaba con un no comment a cualquier cuestión peliaguda, y los periodistas nos propusimos entrar en el "Libro de los Récords" por la puerta grande. "¿Qué opinión le merecen las quinielas sobre sus posibles sustitutos?"... No comment... "¿Es cierto que está enfrentado con algunos jugadores importantes?"... No comment... Creo recordar que la mejor marca, sin viento a favor, quedó registrada en ocho no comment en un tiempo de diez minutos. Casi un no comment por minuto. Podríamos decir perfectamente que Toshack era el Carl Lewis de los no comment.

Me fastidia que en el país que vio nacer al Lazarillo de Tormes, un galés nos esté dando lecciones de picaresca. Y así llevamos quince años. En ese período de tiempo, a Johny no le ha definido su sapiencia futbolística sino la relación de chulería que ha mantenido con sus diferentes vestuarios. Porque aquel hombre sufrió una transformación, y del no comment pasó directamente al ataque. Tuvo problemas con Rivaldo y con la afición del Deportivo de La Coruña; mantuvo igualmente cuitas con Suker y Mijatovic. Acabó a palos con su amigo Lorenzo Sanz por un quítame allá esos "cerdos volando", e incluso le ha buscado las cosquillas a su alter ego vasco, Javier Clemente, que al fin y a la postre ha sido el causante de su reciente destitución al frente de la Real Sociedad.

Si me preguntaran qué define a John Toshack, respondería rápidamente lo siguiente: viste bien, tiene gustos caros y un cutis perfecto; creo que entre todos le hemos convertido en un ególatra. Le hemos dejado crecerse. Si me preguntaran qué define al entrenador John Toshack, simplemente no sabría qué contestar. ¿Qué le define?... ¿A qué juega?... ¿Qué estilo tienen sus equipos? Ni la más remota idea. Y esa es, precisamente, la magia del bon vivant. Ni siquiera le ha interesado lo más mínimo aprender el idioma del país que le soporta. Pero, por lo menos, ya no dice no comment. Algo es algo.

© www.libertaddigital.com 2002
Todos los derechos reservados

Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.

 &nbsp
!-->

En Deportes

    0
    comentarios