La deflagración
El lenguaje periodístico gusta muchas veces de terminachos técnicos quizá para impresionar a los lectores u oyentes. Por ejemplo, ese de la deflagración. Se suele emplear para describir los atentados con la explosión de alguna bomba o artefacto parecido. Llegamos a creer que la deflagración es algo más que una pequeña explosión; vendría a ser una explosión horrísona, extraordinaria, con mucho ruido y destrozo. Nada de eso. Es casi lo contrario. La deflagración es el proceso químico por el que se produce una llamarada sin ruido, sin explosión y sin metralla. Si prendemos fuego a unas gotas de alcohol tiene lugar la inmediata deflagración. Los romanos ya conocían ese efecto, mil años antes de que llegara la pólvora. Así, pues, la crónica de los atentados con explosivos no deben recurrir a la dichosa “deflagración”, a pesar de que suene tan rotunda. No pongo ejemplos, pero es muy común ese error en las noticias sobre terrorismo.
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