El ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, se ha manifestado contrario a la fusión Vía Digital-Canal Satélite Digital porque, según él, acabaría con la competencia entre plataformas digitales. Esta opinión está en contra de la tesis que sustenta el Gobierno, que ha optado por remitir el asunto a la Comisión Europea. Probablemente ninguno de ellos tiene razón.
El Ejecutivo argumenta que la operación debe analizarla Bruselas porque está implicada una empresa, Vivendi, directamente y a través de Canal Plus Francia, que opera en varios Estados de la Unión Europea. Esta es una de las condiciones que deben cumplirse para que el colegio de comisarios estudie el asunto. Pero hay una segunda condición, que el volumen de facturación de la empresa fusionada supere los 1.200 millones de pesetas, cosa que no se da en este caso. Por tanto, lo más probable es que la Comisión devuelva el asunto al Gobierno español. ¿Qué pueden decir las autoridades patrias de la competencia en este caso? Todo dependerá de cómo enfoquen el asunto. Si consideran que lo relevante es el número de plataformas, la operación puede estar condenada al fracaso; si, por el contrario, entienden que la plataforma en sí misma es una infraestructura como la vía del tren o la red eléctrica de alta tensión y que lo importante no es el número de plataformas sino que quien quiera ofrecer contenidos a través de ellas pueda hacerlo sin impedimentos, entonces la operación podría contar con el visto bueno de las autoridades de defensa de la competencia. Y lo más probable es que acabe triunfando esta visión. En caso contrario, César Alierta, el presidente de Telefónica, no se hubiera embarcado en una operación que, de antemano, no contase con el visto bueno del Gobierno.
¿A qué vienen entonces las declaraciones de Cascos? Muy probablemente a su deseo de acabar con Prisa. De hecho, el ministro de Fomento ha sido el mayor enemigo que ha tenido el grupo de Polanco en el seno del Ejecutivo. Sin embargo, su posición es un error porque la guerra entre plataformas digitales estaba llevando a la ruina tanto a Canal Satélite Digital como a Vía Digital. En el primer caso, allá se las entiendan Polanco y sus accionistas de Prisa y Sogecable; en el segundo, la guerra le estaba costando a Telefónica bastantes miles de millones de pesetas al año que acababan pagando los accionistas de la compañía simplemente por el deseo del Gobierno de que Vía Digital siguiera bajo su control. Pero las operaciones políticas no pueden hacerse a costa de los ahorros de los particulares porque es una forma de expropiárselos.
El temor de Cascos probablemente es que la plataforma única quede bajo control de Polanco. Las cosas, sin embargo, apuntan a que no va a ser así. De entrada, el primer accionista de la nueva compañía es Telefónica, quien nombrará al presidente, probablemente Luis Abril, una persona que entrará allí para mandar. En segundo lugar, Vivendi tiene mucho que decir en este asunto y su intención es pisar con fuerza en el mundo televisivo español. De hecho, se habla que la multinacional francesa podría terminar adquiriendo la parte de Prisa en Canal Plus. Por tanto, Polanco no tendría nada que hacer en este terreno y, a cambio, obtendría liquidez suficiente para poder entrar en Tele 5, lo que parece constituir su objetivo puesto que lo que desea es tener una televisión en abierto.
En cuanto al tema de Audiovisual Sport, que pasará a ser controlado por Sogecable con todos los derechos del fútbol, tampoco tiene porque significar un monopolio dañino ni el gran negocio para Polanco puesto que, precisamente, la economía del fútbol está entrando en crisis en toda la UE porque ninguna cadena está dispuesta a pagar ya las cantidades astronómicas que abonaban en los últimos años. Y, en España, si Audiovisual Sport quiere abusar de ese monopolio, ni la plataforma digital única estaría dispuesta a pagar tanto dinero ni las cadenas que emiten en abierto parece que tampoco, a tenor de lo que ha pasado con los derechos del mundial y TVE, que se ha negado a adquirirlos porque eran muy caros.
La operación, por tanto, parece tener mucha lógica en muchos sentidos, por mucho que le pese a un Cascos que, sin duda, sólo se quedaría satisfecho con la derrota total de su enemigo, esto es, Prisa. Pero entre los deseos y las realidades median distancias muy grandes que rebajan la fuerza de los primeros cuando se convierten en lo segundo.

La visión de Cascos

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