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Todo vale

Intercambiables editoriales coincidían ayer en las páginas de El País y Gara. No es habitual. Salvo si los fantasmas elementales del sentir hispano son revueltos. Y, de esos fantasmas –que no conocen distinción entre vascuence o castellano, es el más hondo el antisemitismo. Todo vale, cuando se trata de atizar como es debido ese demonio, sin cuya pestífera amenaza en poco quedaría la identidad de la España moderna –y, en diferentes medidas, de la Europa moderna.

Todo vale, a la hora de fingir coartadas para eso. Para el editorialista del País, exactamente igual que para el de Gara, el muro de defensa que obstaculice, al menos, las penetraciones terroristas de los hombres de Arafat en territorio israelí, tienen el mismo referente: el despótico poder staliniano que erige el muro de Berlín como artefacto material y simbólico de la más eficiente máquina de muerte que forjó el siglo pasado. Sharon junto a Stalin, es la última versión de la demencia que llevó a fantasear, en Yenin, 54 muertos en combate con un genocidio.

Todo vale. Por las mismas horas en que yo leía, a través de la web, ambos panfletos, las Brigadas de los Mártires de Al-Aksa retornaban al asesinato suicida (¿dará alguien, por cierto, mañana, en nuestra tan humanitaria prensa española, la edad de los escolares israelíes reducidos a fosfatina?). Y escuché, casi de inmediato, las palabras del ministro Piqué, que se felicitaba del acierto con que la Unión Europea acababa de incluir a esas Brigadas en la lista de organizaciones terroristas internacionales. Reafirmó su apoyo a Yassir Arafat, legítimo representante electo (dice) del pueblo palestino.

Busqué en mi archivo. Di con los manifiestos en los que las Brigadas de Al-Aksa se constituyen en sección armada para operaciones especiales del ya de por sí bastante armado Fatah. Busqué en mi archivo. Constaté que Yassir Arafat sigue siendo el dirigente supremo e indiscutido de esa organización mortífera por él fundada (la que, entre otras cosas, surtió de armas a todas las organizaciones terroristas europeas de los años setenta, digo a todas). Sentí una inmensa vergüenza de ser europeo. Europa compra a este precio su exención del pago en sangre a los terroristas. Europa paga en dinero y en mentira. Europa toda: de Otegui a Piqué, del País a Gara. Todo vale.

En Internacional

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