La llamada “huelga general”
Ha sido un acontecimiento sobredimensionado. La expresión “huelga general” procede de la terminología revolucionaria que en los tiempos que corren, y en las coordenadas españolas, carece de sentido. No lo tiene si hay que argumentar que holgaron la mitad de los españoles, por encima o por debajo de ese cálculo. Para empezar, si es verdaderamente “general”, la huelga tenía que haberse acercado al 100% de los trabajadores. Aunque nos hubiéramos aproximado a ese techo, las encuestas previas nos aseguraban que solo un tercio de los trabajadores iban a parar. Todo lo que superara esa cifra equivalía a reconocer que muchos trabajadores iban a ser amedrentados, coaccionados. Esa realidad ayuda poco al prestigio de los sindicatos, ya de por sí menguado.
Puestos a calcular si algo puede contribuir a que se paralice espontáneamente el país, ese estímulo solo ha salido de los partidos de los mundiales de fútbol. Esa ha sido la auténtica “huelga general pacífica”. Todo lo demás, balandronadas.
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