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Ignacio Villa

Frente a los errores del pasado

Ha llegado el "Jefe" y les ha puesto las pilas. En la primera reunión de maitines después de la movida de las encuestas, el presidente Aznar ha tenido que ponerse serio y ha pedido a los suyos que zanjen la polémica de forma inmediata. Dicen algunos de los presentes que no ha habido tirón de orejas, otros en cambio insinúan que el presidente estaba enfadado y disgustado por todo lo ocurrido.

Con enfado o sin él, con toda la polémica suscitada en torno a las encuestas, a la elección de candidatos y a la sucesión, el Partido Popular se ha situado frente a sus miserias y errores del pasado. La citada polémica ha resucitado los viejos fantasmas de enfrentamientos internos, de división de familias y de falta de unidad. Cuando se afianzó el liderazgo de José María Aznar, todos se apuntaron al "aznarismo", todos han reconocido y reconocen sus méritos, su trabajo y sus éxitos políticos. Pero ante la retirada inminente del líder, reaparecen las fisuras y se dibuja en el horizonte la trampa de las luchas intestinas.

En el Partido Popular deberían tomar buena nota de lo ocurrido estos días pasados. Los populares no son una formación política de otra galaxia. El partido lo integran hombres y mujeres de carne y hueso, con pretensiones y expectativas. Por ello, estas polémicas no se solucionan con mensajes anodinos de tranquilidad. La solución está en calibrar adecuadamente el fondo de la polémica y acertar con los pasos que se deberán dar de ahora en adelante para calmar las aguas. El 2004 es el final de una época para Aznar, pero no para el resto del partido, y por lo tanto los nervios son comprensibles y disculpables ante la sucesión.

Tras esta reciente experiencia, el PP podría realizar periódicamente un ejercicio para recordar lo que eran hace algo más de diez años. Todos han contribuido al cambio que se ha producido mediante el afianzamiento de un liderazgo claro, la desaparición de clanes o familias, la defensa a ultranza de la unidad interna y la aceptación incondicinal de la disciplina de partido. Diez años después, Aznar ha vuelto a poner orden en el PP con una advertencia implicita: ¡La falta de unidad es el peor camino, para perder las elecciones! Los populares se tienen que acostumbrar a trabajar sin Aznar, sin resucitar por ello, sus viejos fantasmas.

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