César Alierta acaba de dar el carpetazo definitivo a la era Villalonga en Telefónica. Después de renovar el consejo de administración, reformar los órganos de gobierno de la operadora y cambiar de golpe de estrategia de negocios, de Villalonga no queda en la operadora más que el recuerdo y las consecuencias de sus decisiones.
Alierta, de entrada, sorprendió el miércoles a todo el mundo al presentar una reforma de los órganos de gobierno de la compañía que nadie se esperaba, y mucho menos aún que sacará a Luis Lada de la presidencia de Telefónica Móviles, donde ha llevado a cabo una labor impecable, para convertirle en número tres de Telefónica y darle las responsabilidades sobre la estrategia del grupo. Fernando Abril, el consejero delegado, se queda con la gestión del día a día de la compañía mientras que Lada a partir de ahora trabajará codo con codo con Alierta para definir y ejecutar nuevas líneas de actuación y negocio sobre la base de la sensatez y con los pies bien firmes en el suelo. Lada, posiblemente, es la mejor elección que podría haber hecho Alierta para estos fines pues es un hombre que lleva treinta años en la compañía, que la conoce a fondo y que ha demostrado en su paso por la división de móviles que tiene todas las cualidades necesarias para las responsabilidades que acaba de asignarle Alierta. Si lo hace tan bien como en su anterior puesto, Telefónica volverá a conocer tiempos gloriosos en bolsa pero con bases reales y sólidas, no con castillos en el aire.
Esta, sin embargo, no fue la única sorpresa que dio Alierta. El presidente de Telefónica también cogió a todos desprevenidos cuando el miércoles presentó resultados la compañía, cuando lo habitual es que lo hiciera a principios de septiembre. De esta forma, Alierta acalló cualquier tipo de especulación acerca de los mismos que castigara todavía más a la acción de Telefónica. Pero lo más importante de todo fue el cambio de estrategia anunciado junto con la presentación de resultados. De entrada, Telefónica volverá a repartir dividendos en 2003, cosa que agradecerán los accionistas. Además, ha decidido amortizar de golpe todas las inversiones en UMTS en Europa para que, a partir de ahora, cualquier ingreso que puedan deparar las mismas vaya directamente a beneficios y, sobre todo, para que esas inversiones que no se sabe cuando fructificarán, si es que alguna vez lo hacen, dejen de pesar como una losa sobre las cuentas y la cotización de Telefónica. Mientras tanto, Telefónica suspenderá sus operaciones en Europa. Otro de los grandes anuncios fue la reducción de deuda, algo que ahora agradecen unos mercados que miran con lupa las cuentas de las telecos y su nivel de deuda para que no les pase como con WorldCom o KPN Qwest, donde los inversores han cosechado pérdidas monumentales.
En resumen, lo que ha hecho Alierta es volver a los principios básicos y fundamentales de la gestión empresarial, esto es, la racionalidad, la seriedad y la prudencia y los mercados ya han empezado a aplaudir. Telefónica subió el 18% el miércoles en Wall Street y el 14% el jueves en España mientras empezaban a llegar recomendaciones muy favorables sobre la operadora por parte de las principales casas de análisis y bolsa del mundo. La acción de la compañía es posible que tarde en recuperar los 32 euros a que llegó a estar con Villalonga, pero sí se puede decir una cosa, que las subidas, a partir de ahora, serán con bases sólidas, no el producto de burbujas especulativas. Los inversores, por tanto, deben empezar a recuperar la confianza en el valor.

Carpetazo

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