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Juan Manuel Rodríguez

La "omertá" de los clubes

El problema de una jornada de "patrias económicas" como la que se vivió ayer es que uno no sabe cómo acertar. Por ejemplo, Iñaki Sáez. El seleccionador español mantuvo a Guti una hora enterita sobre el campo, mientras que Michel Salgado jugó todo el partido. No quiero ni pensar qué habría sucedido si uno de los dos hubiera caído lesionado. O Xavi. O Puyol. Sáez jugó con fuego, pero es que al seleccionador le habían metido en un callejón que no tenía ninguna salida. ¿Debía convocar o no a los jugadores de Barcelona y Real Madrid? Evidentemente tenía que hacerlo puesto que, de lo contrario, el resto de clubes habría puesto, y con toda la razón del mundo, la voz en un grito. Una vez convocados... ¿qué hacer?... Sáez trató de mantener un equilibrio imperfecto. El único problema verdadero es que el partido –entre ustedes y yo– no interesaba absolutamente a nadie.

Afortunadamente, la selección española jugaba en Granada, pero ¿y si te toca la "china" de jugar en Japón o Corea?... Ronaldo y Roberto Carlos lo hicieron los noventa minutos de su apasionante partido contra Corea, y Flavio Conceiçao (que acudía por primera vez en un montón de años a la convocatoria de su equipo) ¡no jugó ni un sólo minuto!... ¿Qué cara se le quedaría a Solari, que ni siquiera fue al Mundial con Marcelo Bielsa, tras recorrer veinte mil kilómetros para jugar ocho minutos?... Saviola, por lo menos, estuvo 18 minutos (casi uno por cada mil kilómetros), pero... ¿Bonano?... El portero del Fútbol Club Barcelona no jugó ni un sólo minuto.

¿Cómo le habrá sentado a Van Gaal? Quien crea que los futbolistas son máquinas está muy equivocado. El palizón que los jugadores se han metido entre pecho y espalda afectará, inevitablemente, al espectáculo que vaya a verse este fin de semana.

Es curioso porque, desde sus respectivas atalayas de vigilantes de la playa, los distintos seleccionadores pueden ir seleccionando a quién hundir y cómo hacerlo. El brasileño abusa por exceso de Roberto Carlos y Ronaldo, y por defecto de Flavio. Marcelo Bielsa (sí, el del tremendo batacazo en Japón) se lleva al "bolo" a Solari, con quien no ha contado nunca para nada. Bielsa, claro, se agarra al calendario como a un clavo ardiendo, y vuelta a empezar en este auténtico cachondeo. Aquellos que debieran alzar la voz, callan; sigue funcionando una especie de "omertá", un silencio bajo la presión de lo que pueda suceder en el futuro. Las diferentes selecciones nacionales seguirán bailando a los clubes aduciendo un falso patriotismo. Aquí no hay patrias sino dólares, y anuncios, muchos anuncios, a la espera de ese "calendario blatteriano" que no llega.

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