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Ignacio Villa

El PP quiere un ataque de amnesia

El daño político que ha sufrido el Gobierno por el desastre del Prestige, después del inicial desasosiego, ha comenzado a provocar verdadero miedo en el entorno del propio presidente Aznar. Más de un mes después, ya nadie duda en el Palacio de la Moncloa, de que no es suficiente con aguantar el chaparrón hasta que pase la tormenta. El daño recibido tiene una dimensión de tales características que no es suficiente con esperar a que escampe, tienen que retomar la iniciativa de forma inmediata y con efectos retroactivos.El propio presidente del Gobierno ha sido el que ha dado el golpetazo en la mesa. Hay que marcar el paso político, pero con el objetivo claro de borrar cualquier rastro de "crisis petrolera" en la trayectoria del Ejecutivo.

Aznar, que es consciente de que en sus ocho años de Gobierno ha de quedar ya la impronta inevitable del Prestige, pretende con cierta celeridad borrar los restos de "chapapote". La empresa no es fácil, entre otras cosas porque el Gobierno mantiene un cierto aire de prepotencia. Aunque ciertamente, las "torpezas mentirosas" del socialista Caldera han allanado el camino para los populares. Para el presidente del Gobierno, el objetivo es borrar cualquier atisbo de crisis y de daño político, y para ello ha marcado cuatro pasos: los ministros, la dirección del partido, los militantes y la opinión pública.

1) El Gobierno. Este año, la cena navideña convocada por Aznar en vísperas de Nochebuena ha tenido un especial contenido. Es el primer momento que el presidente puede "disfrutar" con sus ministros desde el inicio de la batalla del Prestige. El presidente ha buscado con esta cita enviar a sus ministros un mensaje de tranquilidad, con la intención de poner los cuenta-kilómetros a cero en la recta final de la legislatura.

2) La dirección del PP. La convocatoria por sorpresa del Comité Ejecutivo para el próximo 26 de diciembre es un claro gesto del presidente Aznar para cerrar las heridas internas y para acallar las críticas que habían puesto en duda su liderazgo en este cierre de ciclo.

3) La militancia. La cena de Navidad prevista para el 26 de diciembre en Móstoles, entra dentro de la normalidad. Lo que no es tan normal es que Aznar se haya preparado un cuidado discurso en el que pretende cerrar toda vía de agua que pueda existir entre los militantes del PP. Aznar quiere pasar página de puertas adentro y dejar claro a todos que no ha dejado el timón.

4)La opinión pública. El objetivo es que para la Convención Nacional del PP, prevista para el 18 y 19 de enero en Madrid, la batalla política del Prestige sea agua pasada. Es el propio Aznar quién se ha empeñado en que la citada convención se convierta en una rampa electoral, en la que toda herida de "chapapote" este perfectamente cicatrizada. Esa Convención quieren que signifique un punto de arranque electoral, y que la opinión pública no tenga en cuenta los desmanes del Gobierno.

Hasta aquí la estrategia sobre el papel. Lo que ocurre es que este Gobierno siempre ha cojeado del mismo lado. Por un lado, diseñan cuidadosamente la estrategia; pero luego la realidad desdibuja las intenciones. Quieren pero no pueden. Lo que está claro es que a los populares les gustaría sufrir un fuerte "ataque de amnesia" política. El PP se quiere olvidar de lo ocurrido, pero los ciudadanos no se olvidan. El Gobierno puede reconocer que lo del Prestige ha sido un error, pero ahora deberá demostrar que no se volverá repetir.

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