El partidismo
El Diccionario oficial define el “partidismo” como “adhesión o sometimiento a las opiniones de un partido con preferencia a los intereses generales”. Desgraciadamente, no hay forma de saber cuáles sean los intereses generales. Tanto es así, que la mejor manera de aproximarse a esa útil noción es dejar que jueguen limpiamente los intereses partidistas. No otra cosa es la democracia. Solo los dictadores están seguros de representar ellos el interés general.
Lo curioso, en un país democrático como España, es que los dirigentes de los distintos partidos califiquen afrentosamente de “partidistas” a los de los otros partidos. Por lo mismo, esos otros dirigentes se mueven por intereses “electoralistas”, cuando es de suponer que quien así habla se mueva solo por el interés general. Son posiciones ridículas. El partido propio no puede ser un trozo del Cielo y el resto de los partidos un pedazo del Infierno. Todo es cuestión de grado. Yo definiría al “partidismo” como “la defensa excesiva o desproporcionada de la posición del partido propio que trata de menoscabar las posibles aportaciones de los otros partidos”. Si no hay esa desmesura o desproporción, no hay partidismo.
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