Menú

Sería un cínico si dijera ahora, ochocientos artículos después, que voy a echar de menos a Joan Gaspart, y ello a pesar de que ha sido una fuente continua de información (disparatada si se quiere, pero información al fin y al cabo). Bajo sus tres años de presidencia ha dejado tiritando la caja, y la imagen del Fútbol Club Barcelona ha descendido a unos niveles sólo comparables a los alcanzados en su día por el Real Madrid que gestionó Ramón Mendoza. Pero el Barcelona, como antes le pasó al Madrid, es tan grande que está en disposición de soportar todas las plagas que les echen. Yo no echaré de menos a este actor de segunda fila, aunque eso no sea lo relevante; lo esencial es que el Barcelona se liberará, por fin, de un presidente nefasto, un hombre que había perdido el norte y que no ha sabido liderar al club en unos momentos de dificultad extrema.

Estaba muy claro que Gaspart no iba a empezar la próxima temporada como máximo responsable culé. La suya era una presidencia similar a la que retrata ese viejo chiste: "¿doctor, doctor, cuánto tiempo me queda de vida?"... A lo que el médico, muy serio, mira su reloj y responde: "diez, nueve, ocho, siete, seis..." Si es cierto que Gaspart dimite o adelanta las elecciones (cuando esto escribo aún no ha empezado la junta directiva que ha de decidirlo) habrá adoptado una decisión inteligente; tardía, pero inteligente. Una decisión, justo es decirlo, forzada por los acontecimientos. Si es cierto que Gaspart se va –y todo parece indicar que será así– su extremaunción deportiva habrá servido al menos para que Antic y sus chicos hagan lo que puedan por salvar los muebles de una (otra) temporada desastrosa. Parece que la marcha de Mateo Alemany acabó por darle la puntilla al presidente azulgrana.

Y ahora, hablando de futuro, los socios tendrán que atinar en sus decisiones. La presidencia de Gaspart ha supuesto el "canto del cisne" del "nuñismo", como la de Lorenzo Sanz en el Real Madrid (aunque éste con mucha más fortuna deportiva que su homólogo culé) lo fue en su momento del "mendocismo". Espero que ningún Masfurroll ni ningún Castells se suban al carro de futuras candidaturas, y que si es así los socios se lo hagan pagar con creces. Los vicepresidentes que se fueron son casi peores que el presidente porque lo sostuvieron contra viento y marea, pensando una cosa y diciendo otra muy distinta. No fueron barcelonistas sino simples lacayos. Ni siquiera aguantaron en la directiva por una fidelidad mal entendida hacia Gaspart sino por su propio interés. Cinco, cuatro, tres...

En Deportes

    0
    comentarios