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Escuálidos y martirizados

En Venezuela están matando gente, dicen los cables. Hugo Chávez encarcela, allana, intimida, afirman, recurriendo a eufemismos más o menos apaciguadores. El asesinato de tres militares y una mujer opositores –previamente torturados–, y los disturbios protagonizados por el chavismo en un hospital caraqueño, ridiculizan la Declaración contra la Violencia que César Gaviria ha anunciado a bombo y platillos, en el marco de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Coordinadora Democrática. Ahora o nunca, parece que han susurrado al oído del ex paracaidista, que sigue en las nubes de su revolución "bolivariana".

A quienes pasan del caldo, tres tazas: debe ser la filosofía de un gobernante al que, para mantener el poder, no le queda otra que ejercerlo a la fuerza. Dilatando la estela de la escalada represiva, Carlos Fernández –presidente de la patronal, uno de los promotores del paro nacional– ha sido arrestado por miembros de la policía secreta, mientras el juez Maikel Moreno anunciaba desde los púlpitos gubernamentales que el dirigente sindical Carlos Ortega tiene 48 horas para comparecer ante la "justicia", acusado, junto a su tocayo, de "rebelión civil, traición a la patria, instigación a delinquir, agavillamiento y devastación". Podía haberse añadido el cargo de terrorismo, pero seguramente lo impidió un repentino –sorprendente– acceso de sentido común. Uno de última hora, cuando el chavismo deletreaba aquello de "traición" para desarticular "a la patria".

El último tramo del culebrón venezolano anuncia emociones fuertes. Luego de sortear las embestidas de una sociedad civil congregada en torno al empresariado y los sindicatos –el ejército en funciones, disciplinado u oportunista, se ha mantenido al margen (cuando no ha colaborado abiertamente con el régimen)–, Chávez pasa a la ofensiva. Y no a la diplomática, o mediática, o retórica, que no ha rendido frutos, sino a la represión pura y dura, medio en el que el ex golpista se mueve como pez en el agua. Un chiste de moda en La Habana asevera que mientras el inquilino de Miraflores está "bolivarizando" Venezuela (en referencia al héroe nacional, Simón Bolívar), Fidel Castro está martirizando Cuba (en referencia al héroe nacional, José Martí). Cuidado: ambos suelen intercambiarse los papeles. No es cosa de broma.

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