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Ignacio Villa

Cambio de ritmo

La presencia del presidente del Gobierno en un acto del Partido Popular "por la libertad de Irak" ha sido el lugar escogido para la escenificación de un cambio claro en el discurso de Aznar en la crisis de Irak. El Jefe del Ejecutivo español, hasta ahora, había mantenido un discurso basado en el consenso, trabajando en el seno de Naciones Unidas, apostando por una nueva resolución y buscando vías de entendimiento. Una actitud que, aunque mantenida en el fondo, ha sufrido un giro claro y evidente. Ahora, sin dejar esa petición y esa necesidad de consenso, Aznar se ha mostrado muy duro hacia aquellos países que se oponen por sistema a cualquier salida.

Sin decir nombres, el presidente del Gobierno español se ha referido a Francia, Alemania y Rusia. Les ha recordado lo que ocurrió en Kosovo, donde se tuvo que intervenir sin el respaldo de Naciones Unidas. Es más, ha sido tajante cuando ha preguntado a Chirac, Putin y Schröeder si es que los muertos de Irak no son tan importantes por no salir en la televisión.

Aznar, es evidente, ha dado un giro a su discurso. Manteniendo la puerta del diálogo abierta, ha formulado algunas preguntas a Francia, Rusia y Alemania, que por el momento no tienen respuesta. El presidente del Gobierno español ha dejado en evidencia que las actitudes de estos tres países tienen poca explicación, a no ser que se rebusque en los intereses económicos, que en alguna ocasión bien podrían ser intereses "cuasi" personales. El Jefe del Ejecutivo español parece dispuesto a asumir el papel más político en este conflicto.

En este sentido, hay que reconocer al presidente Aznar que, en los momento clave, sabe elevar la voz en los foros internacionales. Así lo hizo, en su momento en los Consejos Europeos, poniéndose la etiqueta de duro negociador; y parece dispuesto a desempeñar un cierto protagonismo político en esta recta final de la negociación diplomática.

Aznar ha roto una lanza en favor de la claridad. Francia, Alemania y Rusia deben ser conscientes de que sus "intereses pacifistas" pueden quedar en evidencia. Estas palabras del presidente Aznar significan, sin duda, un claro endurecimiento del discurso. Veremos en los próximos días qué traducción diplomática tiene este cambio de ritmo.

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