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Víctor Gago

Un globo, dos globos, tres globos

El "pinchazo" de Aznar en Mestalla fue sangre fácil para Zapatero en Las Palmas de Gran Canaria. Estaba cantado que hurgaría en esa pifia del equipo de campaña del PP. "Dicen que el PSOE es un globo pinchado, pero aquí el primer pinchazo fue el de Mestalla, prólogo del gran pinchazo del próximo 25 de mayo", dijo el secretario del PSOE ante una multitud de tamaño mediano tirando a exigua, unas 1.200 personas en una isla de más de 700.000 residentes.

Hay globos que pinchan y hay globos que no consiguen hincharse. Conectarlos a la corriente de las manifestaciones callejeras o disponer del soplo de legitimidad moral que le insuflan sin desmayo el consuetudinario gremio de la información y la opinión, los artistas de variedades, los sindicatos, la mayoría de los intelectuales (casi todos, en el caso de profesores y rectores de universidades públicas) y los nacionalistas, parece que no es suficiente para que tomen cuerpo y levanten el vuelo.

Zapatero busca en el voto de los jóvenes el gas que le falta a su globo. En Las Palmas, volvió a pedirles que se movilicen y salgan de la abstención, porque "cada vez que vuelve el interés por la política, vuelve la izquierda y vuelve el PSOE".

No es cierto, claro: ahí están las tasas de abstención que renovaron la mayoría de González después de 1982, a medida que la gente fue descubriendo la tramoya de crimen e ineficacia que había en la función del burlador de Sevilla.

A los jóvenes se dirigió Zapatero en Las Palmas, como a ellos se dirige la campaña de los teleñecos: "a la derecha, se cierra el grifo; a la izquierda, se abre". Léase: "a la derecha, se cierra (o, en teoría, debería cerrarse) el grifo del dinero público gastado a espuertas; a la izquierda, se abre cuanto haga falta para convertir a los ciudadanos libres en sujetos sometidos a la coacción fiscal y dependientes de la subvención, que tan útil resulta a la izquierda para seguir manejando la grifería". El globo del PSOE necesita, además, que no decaiga el fuelle de las manifestaciones de los últimos meses. Por eso, Zapatero reflotó el Prestige en Las Palmas, para volverlo a hundir, en una reconstrucción de la catástrofe digna de Coco, el héroe de Barrio Sésamo: "¿Cómo no va a pasar lo del Prestige, si Aznar no cree en los servicios públicos?", se preguntó, de la misma forma que podría haber dicho, con el énfasis atiplado del simpático monstruillo de peluche azul: "¡Todo el mundo adentro...!" (...Dentro de la guardería de Espinete, se entiende). En fin, como decía la cancioncilla de aquel programa educativo: "El mundo es un globo que se me escapó".


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