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Juan Manuel Rodríguez

La reivindicación del artista

La apabullante sencillez con la que Ferenc Puskas relataba el mítico gol que le marcó a Merrick tras burlar al capitán inglés Billy Wright me dejó simplemente desarmado. Si aquel 3-6 en Wembley del que este martes se cumplen cincuenta años fue catalogado como el "partido del siglo", aquel gol fue el "gol del siglo" del "partido del siglo". Y sin embargo, Puskas lo recuerda así en la serie televisiva que produjo Elías Querejeta: "Era una cosa que dicen que jamás en la vida habían visto allí. Tampoco yo ¡joder!"... No creo que nadie dude a estas alturas de que Puskas era un artista con el balón en los pies, un futbolista extraordinariamente técnico y básicamente intuitivo a quien todavía no se ha hecho toda la justicia que sin duda merece. Y fueron la técnica y la intuición (o quizá, puesto que hablamos de arte, la inspiración) las que salvaron a Puskas en aquel movimiento inimaginable incluso para él mismo.
 
Viendo otra vez aquella jugada y oyendo de nuevo al señor Ferenc Puskas ("era una cosa que dicen que jamás en la vida habían visto... ¡tampoco yo!") caí en la cuenta de que, explicándolo así, lo que en realidad estaba haciendo el capitán de aquella excepcional selección húngara era reivindicarse públicamente como artista y no como futbolista. Pongamos como ejemplo a Hugo Sánchez, uno de los mejores delanteros centro de los últimos veinte años. ¿Era Hugo un artista? Yo creo que no. Hugo era un "matador". Hugo era un producto del gimnasio y la preparación física. Hugo era un "tiburón del área" que en los entrenamientos repetía mil veces aquel remate suyo que bautizó como "huguina". Hugo Sánchez era un "futbolista matemático", mientras que Ferenc Puskas era un genio del fútbol mundial.
 
Me imagino a Puskas pensando y actuando en una milésima de segundo y asistiendo él mismo, como los otros ciento veinticinco mil boquiabiertos espectadores que abarrotaban el campo, al movimiento indócil y emancipado de aquella prodigiosa y autárquica pierna izquierda. Por eso Puskas definió perfectamente el instante mismo en que se fraguó aquel regate maravilloso. Aquel movimiento jamás habría surgido si, como hacía el ambicioso Hugo Sánchez en la vieja ciudad deportiva del Real Madrid, lo hubiera ensayado más de mil veces todos los días. Aquel regate se produjo una vez, sólo una. Pasó por encima de "dibujos tácticos" y movimientos estratégicos, abrumando a los "apóstoles del bloc". ¿Quieren saber lo que es la pintura?... Pónganse delante de "Las Meninas". ¿Quieren saber lo que es el fútbol?... Está resumido en aquella finta genial.

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