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Juan Manuel Rodríguez

Árbitros: una moda de "quita y pon"

Los árbitros ya no están de moda; ya no son "ponibles", como dicen las dependientas de los grandes almacenes a las señoras que van a comprarse una blusa o una falda ("eso le queda a usted fenomenal... Es que es muy ponible"); bueno pues los árbitros ya no son "ponibles", no se llevan, están out, "gagás", fuera de órbita. Y es que la moda del fútbol no va por estaciones sino por meses, incluso por semanas; a veces, la moda cambia de un día para otro, y ahora los árbitros ya no están de moda. Hace sólo un mes –hablamos del pasado 15 de febrero– el más in de todos era Pedro Tristante Oliva.
 
Si no conocías a Tristante, sencillamente no eras nadie en esto del fútbol. Había que perseguirle, acosarle, esconderle, retirarle; había que meterle en la "nevera", junto al zumo de naranja y los yogures con bifidus activo, y no dejarle salir hasta que le colgaran estalactitas del bigote.
 
Al pobre Tristante le pusieron de moda Jaime Ortí, Rafael Benítez y los alegres muchachos de Superdeporte porque resulta que pitó un penalti (que para mí no fue, pero resulta que para otros sí) contra el Valencia en el último minuto. El Valencia no logró la tan ansiada primera posición y Tristante pasó a ser el gran protagonista. E, indirectamente, todo lo que "oliera" a árbitros, desde Victoriano Sánchez Arminio pasando por Manuel Díaz Vega y ex árbitros. En el caso de la Cadena Cope, Juan Andújar Oliver y Antonio Jesús López Nieto. ¿Fue penalti? ¿No lo fue? ¿Ser o no ser?
 
Rafael Ramírez Domínguez tuvo muy "mala suerte" porque cuando él no pitó un claro penalti sobre el celtista Jesuli en el transcurso del partido entre el Celta de Vigo y el Valencia, los árbitros ya habían pasado de moda. Entonces (hablamos del 14 de marzo) el Real Madrid iba cuesta abajo y el Valencia -y también el Barcelona- andaban de nuevo pujantes y con el fresco resuello de antaño. Como decía anteriormente, el partido transcurría con el resultado de 0-1 en el marcador cuando, de repente, se produjo un clarísimo agarrón a Jesuli dentro del área. Debe ser que Ramírez Domínguez -a diferencia de lo que le ocurrió a Tristante Oliva un mes antes- no lo vio, y el partido concluyó con el resultado de 0-2 y los consiguientes tres puntos para el Valencia.
 
Pero aquel día los árbitros ya habían dejado de estar de moda y nadie habló del error de Ramírez Domínguez. Es más, cuando se le preguntó a Ortí –uno de los "modistas" oficiales del tema arbitral– éste se limitó a responder: "si no lo ha pitado será porque no lo ha visto". Un argumento aplastante, sí señor, que sólo aplica cuando benefician al Valencia. Y ahí se acabó la discusión. No hubo portada de "Superdeporte", ni rueda de prensa calentita por parte de Rafael Benítez. Tampoco llamamos al Comité Técnico de Arbitros, ni a nadie se le ocurrió meter a Ramírez Domínguez en la nevera hasta que le crecieran estalagmitas de los pies. Y es que esto de la moda no hay quien lo entienda. Tendré que llamar a Jaime Ortí para que me diga que me pongo en abril.

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