Colabora
Juan Manuel Rodríguez

Apodos para la historia

Estoy seguro que dentro de cincuenta años se hablará del actual Real Madrid como hoy lo hacemos de aquel otro del que formaron parte Di Stéfano, Puskas y Gento. La única diferencia es que aquel de las cinco Copas de Europa consecutivas ya forma parte del glorioso pasado madridista, mientras que este otro aún está vivito y coleando. En 2004 es un hecho incontestable el que aquel Real Madrid es el Real Madrid de Alfredo di Stéfano, la inagotable "saeta rubia" que revolucionó el concepto que en España se tenía acerca de cómo debía jugar al fútbol un delantero centro. Yo apostaría a que dentro de algunos años este otro Real Madrid será conocido como el Real Madrid de Raúl, a quien todavía no se le ha puesto apodo con el que pasar a la historia.
 
Los "anti-raulistas" aprovechan raudos cualquiera de sus desfallecimientos físicos o emocionales para atizarle con ganas, olvidando, quizás, que tan avinagrado fue (y es) Di Stéfano, y eso no le impidió en modo alguno ser considerado como uno de los tres mejores futbolistas de toda la historia. Bien al contrario, ese carácter seco y solitario del que don Alfredo presume en público fue otro de los factores que alimentaron el mito del genio. Raúl tiene cosas de Di Stéfano, y cuando en 2054 algún periodista se acerque para entrevistarle y él le mande a freir monas ya habrá alguien que le justifique diciendo eso de "¡son las cosas del viejo!". Hasta entonces tendrá que aguantar que le nieguen virulentamente el pan y la sal en su propio país.
 
Y en este equipo hay otro futbolista especial que no ha descansado desde que llegó en 1996 hasta conseguir tocarle también las "narices estadísticas" al gran Di Stéfano, y se trata de Roberto Carlos. Hay quien dice que no defiende porque marca muchos goles (55 desde que llegó a España), y también quien asegura que no marca tanto para las veces que remata a puerta. Y sin embargo en un momento como el actual, con un calendario de locos que rompe las piernas de cualquier deportista por muy profesional que éste sea, nadie se ha parado a analizar la salvaje regularidad de este auténtico portento físico y mental. Este sábado Roberto Carlos disputó su partido oficial 397º con la camiseta del Real Madrid, superando de esa forma al propio Alfredo di Stéfano. Roberto, como Raúl, se merecen un homenaje ahora, cuando todavía están jugando al fútbol, y no dentro de veinte años cuando el club lo presida Emilio Butragueño, quien, por cierto, sí tuvo apodo bien pronto con el que pasar a la historia gracias al indudable ingenio bautismal de Julio César Iglesias.
 

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario