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Juan Carlos Girauta

Muchos gestores y un líder o dos

La economía y la lucha contraterrorista, la libertad y España, España y la libertad, que han devenido sinónimos, contienen la gran lección y el gran legado de Aznar

El desempeño técnico, incluso la gestión excelente, no presupone ni liderazgo moral ni capacidad de conectar con los votantes. Implica, y no es poco, la posesión de habilidades directivas, una sólida formación, buenos equipos, compromiso con los proyectos, rigor presupuestario. Rato es uno de esos gestores, si bien sus logros fueron, ante todo, logros de Aznar, el líder que, como presidente, podía comprometer la acción conjunta del Estado. No tiene Solbes tanta suerte con su jefe.
 
A Aznar primero, y luego a su equipo, se debe que España, tras veinte años de estancamiento cuantitativo en el empleo, asombrara a Europa. Veinte años con la población ocupada sin moverse de los doce a doce millones y medio de personas. Las políticas de liberalización, la disciplina presupuestaria y las sucesivas reducciones de impuestos dejaron una nación de diecisiete millones de trabajadores.
 
El otro gran acierto de Aznar fue su férrea política antiterrorista, que no dejó esperanza a ETA ni a sus amigos. Sobre todo tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Continuidad y coherencia en el discurso, en la denuncia y en la persecución. Sin dar un respiro al enemigo y sus aliados y sin salirse de la legalidad. Renunciar a atajos y atenerse a valores indubitados fue no sólo más decente sino también más eficaz para proteger a los ciudadanos. El PSOE, ayer con el GAL y hoy con su obsesión por las causas de los criminales, sólo puede hablar de este tema desde el sonrojo o desde la mentira.
 
La economía y la lucha contraterrorista, la libertad y España, España y la libertad, que han devenido sinónimos, contienen la gran lección y el gran legado de Aznar. Recordémoslo hoy, tras su intervención en el Congreso del PP, que es una despedida, una reivindicación y una advertencia. Gestores como Rato o Gallardón, activos del partido que sacó al país del estercolero felipista, han trufado sus intervenciones (más la presencial que la virtual) de autoinculpaciones retóricas que son inculpaciones al prójimo y de admoniciones que se mueven entre la inconveniencia y la injusticia.
 
¿No mirar atrás? El Partido Popular tiene ojos suficientes para mirar al frente, atrás, a los lados, hacia arriba, hacia abajo y hacia dentro. Seguro que Rajoy, el hombre que Aznar escogió y que acaba de alzarse "sin recomendación de nadie", sabe que, por ahora, su principal valor es haber compartido gobierno con Aznar y que su fuerza se aloja en las convicciones de diez millones de personas que, lejos de avergonzarse del presidente de honor, lo usarán de modelo para juzgarle a él.

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