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Lucrecio

De Kofi a Kojo: Corrupción en la ONU

De dimitir, nada. Al mismo tiempo que obstruía la entrega de los documentos requeridos por la comisión encargada de investigar el fraude. “Mi hijo es mayor de edad. Yo no me meto en sus negocios ni él en mi política”. Precioso.

Salvo el ridículo hecho de la mano y voz de Maragall, un solo acontecimiento ha marcado el numerito del presidente español Rodríguez junto al francés Chirac: el incondicional apoyo a un Kofi Annan confrontado al monumental escándalo de corrupción protagonizado por su familia.
 
No hace ni dos semanas que la secretaría de Annan admitía la irrebatibilidad de los hechos. Fred Eckhart, portavoz del secretario general de las Naciones Unidas daba como verdaderas las informaciones que colocaban a Kojo Annan, hijo de Kofi en el epicentro de lo que el Wall Street Journal ha calificado como el más grave escándalo de corrupción en la historia de la ONU. Kojo Annan habría, en efecto, estado cobrando de una de las empresas encargadas de administrar el programa de la ONU “petróleo por alimentos”, que permitía comercializar parte de los recursos petrolíferos iraquíes durante los años del embargo a Sadam Husein y que se ha revelado como un inmenso fraude. Ya el hecho solo de que el hijo del máximo responsable de las Naciones Unidas fuera empleado por una empresa sobre la cual recaía un contrato de tales características resultaba inelegante, por no hablar de puro y simple nepotismo; que además la empresa haya muy verosímilmente delinquido, de concierto con el dictador iraquí, pone las cosas aún más turbias. Pero la siniestrez alcanza grado casi cómico cuando el propio secretariado de Annan autentifica la información más grave de las reveladas por la prensa americana: desde 1998, Kojo Annan no figuraba como empleado de la tal sociedad suiza Cotecna encargada del enjuague; lo cual no le impidió seguir cobrando su fastuoso sueldo en esa misma empresa hasta febrero del año 2004. Una minucia.
 
A su llegada a Nueva York, el lunes 29 de noviembre, Annan padre se declaro “muy decepcionado y sorprendido” por el rentable comportamiento de su hijo. De dimitir, nada. Al mismo tiempo que obstruía la entrega de los documentos requeridos por la comisión encargada de investigar el fraude. “Mi hijo es mayor de edad. Yo no me meto en sus negocios ni él en mi política”. Precioso. Salvo porque los negocios fantásticos de Annan Jr. resultan hacerse precisamente a costa de la política de Annan Sr.; y porque un político con un mínimo de decencia sabe que debe pagar políticamente por no haber protegido con suficiente eficiencia los dineros públicos frente a la actuación de sinvergüenzas que, además, operaron haciendo uso de su nombre y cargo como tapadera.
 
Esa es la embarazosa situación del secretario general de la ONU. Que Chirac lo apoye incondicionalmente, nada tiene de extraño. Habida cuenta de cómo son las finanzas de su partido. Que Rodríguez se apunte gratis a ese avispero, debe ser cosa del peculiar vigor de sus neuronas.
 

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