Google ha trascendido el ámbito de los internautas para convertirse en una herramienta de reconocimiento popular. Forges ya ha incluido al buscador en alguna de sus viñetas (Gugles, lo llama), sirve de recurso para hacer gags en series como los Serrano y hasta los abuelos ("estará en el Gugles ese", dicen forgianamente) saben que es 'algo' que localiza muchas cosas en "la intelné" que tanto utilizan sus nietos.
Apenas no hay semana que el buscador deje de colarse en los medios de comunicación. Y, tal vez, sea de lejos el servicio "online" que más piropos recibe por blog cuadrado. Desde hace varios años se percibe cierto entusiasmo con todo lo que rodea a la compañía. Así, se espera con ansiedad que todos los cuchicheos que recorren la Red en torno a posibles novedades se hagan realidad (¿un sistema operativo? ¿un programa de mensajería instantánea? ¿un navegador?). Para rematarlo, la compañía creada por los jovencísimos Larry Page y Sergey Brin cumplirá su primer aniversario en bolsa salida de madre. Mucho mejor de lo que preveía cualquier reputado analista. Muchísimo mejor de lo que hubiera vaticinado el empleado más optimista del buscador. Va tan bien en Bolsa que la situación está alcanzando, según muchos expertos, grados preocupantes.
Diversos medios de comunicación se han hecho eco en las últimas semanas de dos hechos relevantes sobre el comportamiento de Google en Bolsa. En resumidas cuentas, la compañía se está convirtiendo en la joya de la corona de los inversores, en la niña preciosa del Nasdaq. En apenas un año –comenzó a cotizar a finales de agosto de 2004–, las acciones de Google han pasado de valer unos lógicos 85 dólares para dispararse, a día de hoy, hasta unos desorbitados 282 dólares por título. En apenas 10 meses, el buscador ha convertido a muchos en millonarios. Su gráfico bursátil lo dice todo: la línea ascendente y constante comienza a dar miedo.
Google es, de hecho, la mayor empresa de medios por capitalización de mercado, según recordaron los medios de comunicación la semana pasada. Al margen de que no se entiende muy bien por qué se menciona que es una empresa de medios (¿acaso produce contenidos propios?), la noticia ofrecía datos curiosos. Como que Time Warner, vendiendo por valor de 42.000 millones de dólares, valga menos que el buscador, que apenas alcanza los 3.200 millones de dólares. A día de hoy, Google vale 80.000 millones de dólares en Bolsa; Time Warner –propietaria de CNN, HBO, Times, People, Fortune, Warner Bros, AOL, etcétera, etcétera–, 78.000 millones de dólares.
Desde que presentó los últimos resultados trimestrales, los títulos de la compañía de Internet se han revalorizado un 25 por ciento, lo que ha llevado incluso a sopesar si incluirla en el prestigioso S&P 500. Todos estos hechos han llevado a no pocos analistas a recuperar la palabra burbuja: según sus predicciones, Google alcanzará los 300 dólares por título y a partir de ahí explotará para caer inexorablemente hasta regresar a los 100.
Pues no. Google llegará a los 300 dólares –eso pocos lo discuten–, y podría subir hasta los 350 dólares sin problemas –esto lo duda la mayoría– porque, en realidad, su actuación en el Nasdaq no es excepcional. Yahoo!, su principal rival, cotiza 64 veces por encima de sus beneficios y 50 veces por encima de las previsiones realizadas para 2006. Google, sin embargo, lo hace 50 veces sobre las proyecciones de beneficios de 2005 y 39 veces sobre las estimaciones de 2006. A eso se añade que el portal domina de lejos el sector de la publicidad en Internet, del que también se nutre Yahoo!
Por eso si la burbuja estalla, Google caerá, sí. Y Yahoo! se hundirá. Aunque lo lógico es que, como sucede en otros sectores, ambas se consoliden como dos buenas compañías que funcionan rematadamente bien. En Internet y en Bolsa.