Cuando Joan Laporta decide de forma unilateral embarcarse él y embarcar a todo un Fútbol Club Barcelona (ciento seis años de historia le contemplan) en la defensa del Estatuto en Madrid, lo que está haciendo el presidente del club es ejercer su mandato de forma absolutamente bastarda, es decir "que degenera de su origen o naturaleza", según queda reflejado en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Laporta se pone "a disposición del gobierno del país", pero en ninguno de los puntos del programa electoral que expuso en su día ante los socios barcelonistas se recogía que el Barcelona fuera a convertirse en avanzadilla de partidos claramente secesionistas. A él le votaron para que solucionase una situación deportiva, pero Laporta sigue, erre que erre, sirviéndose del club como palanca política.
Anoche, en "El Tirachinas", me hice la siguiente pregunta en voz alta: "¿Abandonará el Fútbol Club Barcelona la Liga española para disputar una Liga catalana?"... El hecho cierto es que no ha sido un recogepelotas quien ha decidido respaldar un Estatuto en cuyo artículo primero puede leerse lo siguiente: "Cataluña es una nación". El propio Carod Rovira, el mismo que pidiera públicamente el boicot a la candidatura madrileña para organizar los Juegos del año 2012, afirma tajantemente que la cuestión de la nacionalidad es innegociable. Me parece lo más lógico pensar que, puesto que Laporta respalda el Estatuto tal y como está redactado, el Barcelona, club representativo de la nación catalana, termine participando también en una Liga nacional... ¿o no?...