No sólo el frío es siberiano
El País, como de costumbre, se asustó y le acusó, en uno de sus editoriales anónimos, de favorecer con sus belicosas declaraciones al presidente iraní Ahmadineyad y al Presidente Bush al mismo tiempo
No me extrañaría nada si las autoridades gubernamentales, sanitarias y municipales rusas, japonesas, bálticas, alemanas y de todos los demás países del mundo que sufren la actual ola de frío siberiano, se hubieran creído las memeces ecologistas y “milenaristas” sobre el calentamiento del planeta, las imbecilidades del protocolo de Kioto, y demás manifestaciones carcas contra el progreso industrial y, en dernière analyse –como decía Althuser–, contra el capitalismo. Los listos se aprovechan de ellas para aumentar los impuestos y es posible que, convencidos de que los polos se derriten, los mares se evaporan y las canículas, la sequía y los incendios del infierno materialista son los únicos peligros que nos acechan, hubieran descuidado amparar como Dios manda a sus mendigos, sus pobres y sus ancianos como hace veinte años. En su planificación socialista del clima, habían descartado toda posibilidad de un frío siberiano “normal”, como el que sufren ahora y sufrieron tantas veces en el pasado. Cabe preguntarse si van a revisar sus teorías científicas, porque con un par de inviernos como éste ya no van a tener que preocuparse por los polos, que se habrán vuelto a helar hasta sus mismísimos tuétanos. Cabe también preguntarse si no van a lanzar una novedosa teoría que permita aumentar los transportes y los alquileres, por ejemplo, sobre el peligro de una nueva glaciación del planeta.
Sin que tengan mucha relación con el clima, las recientes declaraciones del Presidente Chirac sobre el derecho y la voluntad de Francia a responder, incluso con armas nucleares, a toda agresión terrorista o con armas de destrucción masiva contra ella o sus aliados, ha creado malestar y “frío” diplomático y mediático. Algunos, sin embargo, le han aplaudido. El País, como de costumbre, se asustó y le acusó, en uno de sus editoriales anónimos, de favorecer con sus belicosas declaraciones al presidente iraní Ahmadineyad y al Presidente Bush al mismo tiempo, lo cual resulta bastante extravagante. Se consuela el tiburón independiente de la mañana afirmando que Chirac está muy chocho y casi jubilado. En Francia la izquierda, siendo anti nuclear y pacifista, se manifestó desde luego en contra de Chirac, y los más moderados, como el espantapájaros Hollande, con su mentalidad de épicier declaran que eso de poner a punto las armas nucleares francesas, costaría demasiado caro. Los verdes, los trostkistas, los “peceros”; toda esa ralea seudo pacifista declara que la guerra no existe, que es una invención de Bush y que, por lo tanto, las armas son inútiles. Tampoco en la mayoría todos están de acuerdo con Chirac y los hay que, por ejemplo, consideran que contra el terrorismo las bombas nucleares serían totalmente ineficaces y peligrosas. Pero Chirac jamás ha dicho que había que emplearlas contra Bin Laden y sus barbas, sino contra los estados que utilizan, o utilizarían el terrorismo y/o las armas de destrucción masiva, nucleares o químicas, contra Francia y sus aliados.
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