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Juan Manuel Rodríguez

No habrá Shrek 2 en el Madrid

Hubo, antes que Gravesen, futbolistas de una clase muy superior que sencillamente no pudieron adaptarse. Ese será, a buen seguro, el caso de este psicodélico ogro danés.

Convendría que, con objeto de aclararnos en la medida de lo posible, nos refiriéramos de ahora en adelante a las declaraciones de Thomas Gravesen al diario Ekstra Bladet como las "declaraciones de esta semana", para distinguirlas, por ejemplo, de las declaraciones efectuadas al Daily Mail la semana anterior, y algunas manifestaciones (y actitudes ante la vida) ciertamente sorprendentes realizadas en otras ocasiones. Ya sabíamos que Gravesen, a quien conocen en Inglaterra como el ogro, no era precisamente un futbolista sutil, un jugador perteneciente a la escuela de Zinedine Zidane. Pero el Madrid, que luego se trajo al uruguayo Pablo García, un ogro quizás más refinado, estaba recuperándose todavía de lo que podríamos llamar complejo Makelele y, en pleno proceso de caza y captura de un sustituto para el francés, se dio de bruces con este mocetón que, sin ser Makelele y sin pretender imitar a Zidane, tapó el boquete en un momento deportivo complicado.

Sorprendió ciertamente Gravesen en aquellos primeros partidos suyos vistiendo la camiseta del Real Madrid. Se limitaba a hacer exclusivamente lo que sabía que podía hacer, pero esa bendita simplicidad y una actitud estajanovista adoptada sobre el terreno de juego emocionaron a una afición harta de la displicencia de sus teóricas estrellas. Lo cierto es que esta temporada, tras las llegadas del citado Pablo García, ahora lesionado, y su compatriota Diogo, el ogro fue diluyéndose hasta terminar desapareciendo. Nadie dijo nunca que fuera sencillo triunfar en un club como el Real Madrid. Hubo, antes que Gravesen, futbolistas de una clase muy superior que sencillamente no pudieron adaptarse. Ese será, a buen seguro, el caso de este psicodélico ogro danés.

Ahora Gravesen, que el otro día se las tuvo tiesas con su compañero Julio Baptista, pone a parir a la prensa española después de haber afirmado, la semana anterior, que no sabía si podría adaptarse a su nuevo puesto y que él estaba acostumbrado a jugar al ataque. El chico que siempre se ha negado en redondo a tomar antiinflamatorios, reconoce, además, que en el fútbol español se premia el fingimiento y denuncia a sus propios compañeros de equipo: "y funciona, porque pitan falta nueve de cada diez veces". Ahora sólo falta por saber cuánto tiempo tardarán en mandar el motorista al chalet de don Tomás. Si la M-30 no va mal, en media horita se plantará allí. En el Madrid no habrá segunda parte de Shrek.

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