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Ignacio Villa

Zapatero tiene prisa

Y mientras Zapatero cede y cede ante el chantaje terrorista, el secretario de organización socialista Pepín Blanco se dedica a hablar de la guerra de Irak y del Prestige.

Rodriguez Zapatero tiene prisa, mucha prisa, por desmontar todo el sistema de lucha contra el terrorismo que, desde el Estado de derecho, funciona y ha funcionado hasta ahora correctamente. El presidente del gobierno ha decidido acelerar toda la estrategia diseñada para dejar la puerta abierta a la cesión ante los terroristas etarras.

Como sí tuviera mala conciencia por lo que esta haciendo, Zapatero prefiere mirar hacia otra parte, con la mente en blanco y actuar como una maquina que no siente, ni padece. Pero los hechos han confirmado que estamos ante un hombre sin principios cuyo único objetivo es el poder.

Zapatero es el hombre de la dos caras, un fenómeno de la esquizofrenia política. Por un lado promovió –en su día– el pacto antiterrorista, pero también es el que depuró a Redondo Terreros en el País Vasco. Es el mismo que el 11 de marzo, tras los atentados de Madrid, apareció en un primer momento con un tono en apariencia responsable, para cambiar en pocas horas convirtiendo aquellos días previos a las elecciones generales, que hubieran debido ser de luto, en jornadas de manipulación política. Estamos ante el político que dice que la banda terrorista ETA tiene que abandonar las armas como requisito indispensable para el diálogo y luego mantiene una actitud de cesión vergonzosa para cualquier demócrata que se precie. Es capaz de hablar de los valores constitucionales, mientras torpedea la Constitución impulsando la ruptura que significa el Estatuto catalán. Es, en definitiva, un presidente del gobierno frío y calculador, con una considerable dosis de irresponsabilidad y una obsesión por el poder que le lleva a no poner freno alguno a su gestión con tal de alcanzar sus objetivos.

Por eso hemos llegado al punto en el que nos encontramos. Zapatero con la ayuda inestimable de Conde-Pumpido ha decidido desmontar todo el aparato judicial; evitar que desde el un poder no controlado directamente por él se pueda estorbar en esta estrategia de cesión ante los terroristas, simplemente por hacer cumplir la ley. Esos planes han comenzado con la depuración de Eduardo Fungairiño de la Audiencia Nacional para ahora abrir la puerta de un "perdón comprimido" a etarras sanguinarios como Parot o Pakito. Esta es la punta del iceberg, lo que ahora estamos viendo, pero falta mucho por venir.

Y mientras Zapatero cede y cede ante el chantaje terrorista, el secretario de organización socialista Pepín Blanco se dedica a hablar de la guerra de Irak y del Prestige. Es tan ridículo que no me siento capaz de explicarlo.

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