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Juan Manuel Rodríguez

A por la segunda final española

Seguimos soñando con otra final de la Champions entre dos equipos españoles, como aquella de 2000 entre Real Madrid y Valencia, también en París. Ojalá puedan repetirla Villarreal y Barcelona, aunque la presión es toda culé

Antes del partido de vuelta contra el Benfica, todos los expertos consultados al respecto aconsejaban que el Barça marcara cuanto antes dos golitos para luego poder echarse a dormir. Y a fe mía que era ese, sin duda, un buen consejo, un consejo que les hubiera gustado seguir a pies juntillas a todos los futbolistas azulgrana, desde Valdés hasta Larsson. El Barcelona es, jugador por jugador, infinitamente superior al equipo portugués. Lo fue también en el partido de ida. Entonces el Barça tuvo nueve o diez ocasiones clarísimas de marcar pero no lo hizo. A todos nos quedó la sensación de que, pudiendo "matar" la eliminatoria, los culés no lo hicieron. Y el miedo que teníamos es que luego acabaran pagándolo en el Nou Camp. Ese terror-pánico nos duró precisamente hasta que el camerunés Samuel Eto'o consiguió el 2-0 (minuto 88) que sentenciaba definitivamente los cuartos de final.
 
Es dificilísimo ganar una Copa de Europa. Y ganarla partiendo además como favorito tiene que resultar incomodísimo. Nadie quiere esa presión, todo el mundo trata de apartarla de sí. Es un cáliz demasiado amargo. El Fútbol Club Barcelona era favorito para ganar esta edición de la Champions League antes incluso de que empezara a jugarse la primera fase de la competición. El Milán, su próximo rival, también, lo que sucede es que el equipo entrenado por Carlo Ancelotti está bastante más habituado a estas lides. Pero es inevitable que al futuro campeón (y ya sólo pueden serlo cuatro equipos) le salga un partido como éste en el complicado camino hacia la final.
 
Seguimos soñando con otra final de la Champions entre dos equipos españoles, como aquella de 2000 entre Real Madrid y Valencia, también en París. Ojalá puedan repetirla Villarreal y Barcelona, aunque la presión es toda culé. El Villarreal seguirá a estas horas en la nube después de haberse convertido en la segunda ciudad más pequeña, tras Mónaco, en llegar a la semifinal. Y Mónaco, como dice Federico Jiménez Losantos, no cuenta porque más que una ciudad es un casino. Hagamos juego, por tanto. Y sigamos soñando con una nueva "final española".

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